Teoría del estatus

Incluir bioleninismo: mirar aquí y aquí y aquí 

Incloure i coordinar teoria de les causes

Incorporar: esquerra – aconseguir estatus mitjançant assenyalar virtut (de forma directa o indirecta), dreta – aconseguir estatus d’unes altres formes.

Incorporar:

Es el poder de l’estatus.  L’estatus és un impuls biològic primari

L’home és un animal social i està programat per fer-ho tot per aconseguir estatus. L’estatus està lligat amb l’èxit reproductiu, com la ciència ha demostrat.

I els diners i els poders són només mitjans per aconseguir estatus (i no al revés). La gent pot aconseguir estatus de les formes tradicionals: diners, política (poder), etc.

Però la majoria de la gent no pot aconseguir un gran estatus amb això. Així que hi ha una forma d’aconseguir estatus que està a l’abast de tots: «aparentar virtut»

Obviament, ser virtuós pot donar-te estatus, però és més fàcil només aparentar-ho. Perquè el camí de la virtut és difícil i costós.

Per aparentar virtut, només cal que senyales virtut segons la religió oficial, que que en el nostre cas es el progressisme.  També has d’evitar que se’t senyale com poc virtuós perquè això et fa perdre estatus.

Eixe és el poder de les acusacions de ser poc tolerant, fatxa, etc. Jo sempre faig broma amb això. «Podria ser pitjor. Podria haver-nos dit fatxa». Però en el fons comprenc el poder de la paraula «fatxa, perquè dir-te «fatxa» és dir-te «poc virtuós, de poc estatus, persona menyspreable».  I éssent l’home un animal social, això té un impacte biològic i irracional.

Llavors, a totes parts, la gent només fa que asenyalar virtut per aconseguir estatus. Es produeix una «espiral de santedat», en què cadascú vol assenyalar més virtut que l’altre, una espècie de carrera d’armaments d’assenyalar virtut. Ara que tot el món recolza el matrimoni gai, cal trobar algo per distingir-se i anirem amb els transexuals.

Això passa perquè l’estatus és relatiu. Per tindre estatus, has de ser millor que els altres. Per tant, si tot el món aprova el matrimoni homosexual, tú no pots aconseguir estatus recolzant el matrimoni homosexual. Has de destacar-te cada vegada més.

Així la gent va derivant cap a la bogeria (encara més amb l’acceleració que dona la Internet, que milions de persones estan assenyalant virtut de forma instantània). Estes espirals de santedat, acaben amb un règim totalitari, com el de Stalin, el de Robespierre, el de Cromwell.

Les societats tradicionals tenen formes de protegir-se d’estes espirals de santedat.

Una són els dogmes, de forma que la gent no pot anar cap a la bogeria. Ha d’aturar-se abans perquè no pot eixir-se’n dels dogmes.

El cristianisme té alguns mecanismes més:

1) Separa església d’Estat. El més sant normalment no intervé en el joc polític

Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Mi Reino no es de este mundo.

2) Jesús es passa mig evangeli denunciat als fariseus perquè no feien més que assenyalar virtut. Continuament parla que no cal assenyalar virtut.

Guardaos de hacer el bien en público sólo para que la gente os vea. De otro modo, no recibiréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Por eso, cuando socorras a algún necesitado, no lo pregones a bombo y platillo, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que la gente los alabe. Os aseguro que esos ya han recibido su recompensa. 3 Cuando socorras a un necesitado, hazlo de modo que ni siquiera tu mano izquierda sepa lo que hace tu derecha. 4 Así tu buena obra quedará oculta y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.

5 Cuando oréis, no hagáis como los hipócritas, que son muy dados a orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para que todo el mundo los vea. Os aseguro que ya han recibido su recompensa. 6 Tú, cuando ores, métete en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está allí a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará. (Mateo 6, 1-6)

3) I més important.

En el cristianisme, ser virtuós és reconéixer que un és pecador. Llavors si vols presumir de ser bon cristià, hauries de presumir de que eres el més pecador de tots. Obviament, això no t’ajuda res a l’estatus.

«Mireu què bon cristià sóc, que reconec els meus pecats, que he sigut adúlter, que he sigut poc generós amb el necessitat, que he sigut egoista, que he estafat als meus germans, que tracte mal a la meua dona». No pareix ser una bona recepta per augmentar l’estatus.

Es a dir, la forma d’assenyalar virtut en el cristianisme és dir que un no té virtut (és pecador).

Es difícil aconseguir estatus així assenyalant virtut.  Hi ha algú que ho ha intentat (les beates que presumien de complir la Quaresma millor que ningú), però l’assenyalar virtut està molt reduit en el cristianisme.

Justament perquè l’assenyalar virtut pot destruir una societat, com estem veient. La gent, per tal que li consideren progressista, és capaç de vendre el país i el futur dels seus fills

 


 

El estatus como necesidad biológica

El estatus social es la posición que una persona ocupa en una sociedad o en una comunidad. Es decir, el valor que los otros le dan. O puede definirse también como el grado de calidad del trato que las otras personas le dan. Así, las personas que la sociedad o la comunidad considera valiosas y, por lo tanto, trata mejor se dice que tienen alto estatus. Así, un rey tiene alto estatus: se le considera alguien especial y valioso y será siempre mejor tratado que un mendigo. Así, por poner una anécdota, cuando el Rey emérito Juan Carlos I dice una mala palabra en un acto oficial se le alaba y se le dice que «es muy campechano», pero a otra persona se le diría que es un «mal educado» o que no sabe comportarse en un acto oficial.

Todas las especies de animales sociales tienen programadas biológicamente el concepto de estatus. A partir de este estatus, se forma la jerarquía social, por la cual unos animales tienen estatus alto y otros un estatus bajo en el grupo social animal. Así, en los chimpancés, el macho de mayor estatus, llamado «macho alfa», tiene acceso a trato preferencial en la comida y en el sexo. Ver por ejemplo este estudio https://www.emory.edu/LIVING_LINKS/publications/articles/Crick_etal_2013.pdf y para una historia más divertida https://medium.com/swlh/how-to-become-an-alpha-male-in-a-chimpanzee-tribe-c5aa36378d50

En el hombre no es diferente, el estatus es una necesidad biológica, como puede ser la comida y la reproducción, de los cuales deriva, como veremos más adelante. Siendo el hombre un compuesto de biología y cultura, este escrito intenta explicar las adaptaciones culturales que esa necesidad biológica tiene en las sociedades humanas, con especial enfoque en la sociedad occidental, especialmente la de las últimas décadas.

Así, es parte de la naturaleza humana que toda persona desee incrementar su estatus. Se ha demostrado que históricamente los hombres con más estatus tienen más parejas sexuales, sus parejas sexuales son más atractivas (es decir, con mejores genes), tienen más hijos y sus hijos tienen mayores tasas de supervivencia y de reproducción, por lo que el deseo en el hombre de tener un mayor estatus es seleccionado de forma biológica mediante la selección natural y es parte de la naturaleza humana.

También los hijos de las mujeres con mayor estatus tienen tasas más altas de supervivencia y reproducción, por lo que también las mujeres están programadas para buscar el estatus. Históricamente (en el 99% de la historia humana), las mujeres alcanzaban un estatus alto casándose con hombres de alto estatus (es por ello que han sido siempre exitosas entre el público femenino las mil versiones de la historia de la Cenicienta -telenovelas, Pretty woman, 50 sombras de Grey- donde una mujer de bajo estatus se empareja con un hombre de alto estatus ). Para que una mujer de bajo estatus pudiera conseguir un hombre de alto estatus debía tener una serie de características: ser bonita, ser agradable y ser virtuosa (lo que tradicionalmente incluía, entre otras cosas, no ser promiscua sexualmente y cumplir los preceptos de la religión imperante en la sociedad). También estos rasgos tienen motivos biológicos, pero esta sería otra discusión.

Se ha demostrado que el impulso biológico fundamental es la búsqueda del estatus y que el dinero y el poder sólo son medios para conseguirlo. Una vez cubiertas las necesidades básicas y un nivel placentero de vida, de nada sirven el dinero adicional y el poder si no ayudan a incrementar el estatus de una persona.

Como todo lo explicado son fenómenos biológicos, están presentes en todas las sociedades y culturas humanas (y de los animales sociales).

Relación del estatus con el dinero y el poder

En general, a partir de las necesidades biológicas individuales de primer nivel, comida y reproducción (que incluye el sexo), se derivan tres necesidades biológicas sociales de segundo nivel: estatus, poder y recursos (que, en los humanos, se llama «dinero»). Tener estatus, poder o recursos te da acceso a más y mejores comida y parejas (donde «mejor» se define como «mejor para la supervivencia y la reproducción»).

Estatus, poder y dinero están muy relacionados (sobre todo, los primeros dos) pero son diferentes:

  • En todos los niveles de poder, como media los poderosos suelen tener mayor estatus que la gente sin poder, pero hay personas de alto estatus que no son poderosos (por ejemplo, Rafa Nadal).
  • Los recursos y el estatus aún están menos relacionados. Un programador «nerdo» de Silicon Valley puede ser millonario, pero tener bajo estatus, tan bajo que no puede encontrar una pareja para reproducirse. Mientras que un famoso que aparece en la tele tiene alto estatus aunque quizás no tiene donde caerse muerto (o tener riqueza negativa, es decir, deudas).

La relación exacta entre estos tres conceptos queda para un estudio posterior, pero parece que en lo que trata sobre la comida, los recursos parecen ser lo más importante, seguidos por el estatus y seguidos por el poder. De hecho, en la comida, los estatus y el poder sólo son importantes en cuanto pueden influir sobre los recursos (pueden ser usado para conseguir recursos). Sin embargo, hay que tener en cuenta, que una vez satisfechas las necesidades biológicas básicas con cierto grado de holganza, adicionales recursos no producen mayor y mejor comida (no come mejor una persona que gana un millón de dólares al mes que una persona que gana diez mil dólares al mes). Por eso, a partir de una cierto nivel de ingresos, los recursos adicionales se dedican a la compra de estatus y/o poder.

En cuanto al sexo, el estatus es el concepto importante. Los recursos sin estatus sólo pueden conseguir sexo de prostitución (es decir, pequeñas cantidades de sexo con hembras de bajo estatus que no suelen llevar a la reproducción, el cual también se da en los animales) y el poder sólo permite mejorar el sexo a través del estatus. Esto es el residuo evolutivo de las tribus de cazadores-recolectores, donde el estatus es equivalente al poder y a los recursos. En una tribu así, se elige como más poderoso (líder de la tribu) al hombre de más estatus y este es el que recibe los mejores trozos de carne (que es todo el recurso que puede conseguir, pues una tribu nómada no puede acumular riquezas).

La reproducción en general es una combinación de sexo y comida (debes tener comida para dar a tus hijos), así que todos estos conceptos se relacionan de formas complicadas que quizás se analizarán algún día.

De las tres necesidades biológicas secundarias, se forman tres jerarquías diferentes: jerarquía social (estatus), jerarquía política (poder) y jerarquía económica (recursos, es decir, dinero), que están relacionadas pero son independientes

Aquí trataremos solamente el estatus y hemos hablado algo del poder en ****. El tema de los recursos queda para otra ocasión. Sin embargo, como el poder y el dinero están relacionados y entrelazados con el estatus aparecerán frecuentemente en esta discusión.

Por qué la lucha por el estatus es inevitable

En todas las culturas y sociedades, las personas buscan aumentar su estatus social. Como se verá más adelante, el estatus es un bien limitado y más escaso que las personas que lo desean. Además, el estatus es algo relativo: no todos pueden tener un estatus alto a la vez sino que, para que haya alguien con estatus alto, alguien debe tener un estatus bajo.  Es como se dice en teoría de juegos, «un juego de suma cero». Por ello, las personas deben competir entre ellas para conseguirlo. Así, en todas las sociedades y culturas, hay una competición por el estatus en que unas personas ganan y otras pierden. Las personas que ganan son las de alto estatus y las personas que pierden son las de bajo estatus.

En nuestra sociedad de después de la Ilustración, la lucha por el estatus alcanza un carácter despiadado. En las sociedades tradicionales (como el Antiguo Régimen, o sociedades tradicionales islámicas) o tribales (pueblos «primitivos»), el estatus viene dado (en gran parte) por el nacimiento. Aunque siempre uno puede aumentar en cierta manera tu estatus, este aumento de estatus tiene límites. Si naces en familia noble, serás noble (aunque puedes variar tu estatus dentro de la nobleza). Si naces en familia plebeya, serás pebleyo (aunque puedes variar tu estatus dentro de tu clase). Incluso en algunas sociedades, como en la Baja Edad Media, si naces hijo de carpintero serás carpintero (son los gremios). En la India, caso más extremo, no sólo no puedes escapar de tu casta sino tampoco de tu subcasta (jati), de las que hay miles.

Por supuesto que esto no es así en todas las ocasiones: los libros de historia están llenos de personajes que comienzan en familia humilde en una sociedad tradicional y gracias a sus habilidades sociales, políticas, intelectuales o militares, pueden acceder al estatus más alto. Pero son las excepciones más que la regla y, en general, en las sociedades tradicionales, tu estatus lo da el nacimiento. Esto da estabilidad y paz a la sociedad, a cambio de una pérdida de movilidad social.

En otras sociedades (como Roma, la democracia ateniense y nuestra sociedad actual derivada de la Ilustración), el estatus está mucho menos fijado y la movilidad social es mucho mayor que las sociedades tradicionales, aunque mucho menor que lo que la gente percibe. El nacimiento sigue determinando el estatus, aunque lo hace de forma mucho menos absoluta y evidente, de modo indirecto: a través de la herencia biológica (los hijos de padres inteligentes son inteligentes, los hijos de padres carismáticos son carismáticos) y a través de la herencia socio-económica (los hijos de padres ricos heredan su riqueza, los hijos de padres bien situados heredan sus contactos e influencias).

Es por ello que los hijos de las clases dirigentes suelen ser de la clase dirigente, aunque el régimen cambie. En España tenemos un ejemplo en el hecho de que gran parte de nuestros políticos son hijos de políticos franquistas. En Roma, las mismas familias dominaron durante siglos. En la democracia ateniense, dominaron familias nobles. En general, el libro «The Son also Rises» («el hijo también se eleva») del antropólogo Gregory Clark rastrea los apellidos europeos durante generaciones para demostrar que la movilidad social es mucho menor que lo que se piensa y que las mismas familias siguen mandando, incluso después de una revolución burguesa o comunista.

Sin embargo, en sociedades no tradicionales como la nuestra, la lucha con el estatus es feroz, en parte porque la movilidad social es superior a las sociedades tradicionales y, en parte, porque la gente percibe que la movilidad social es aún superior a la que realmente es. Los medios están llenos de historias donde una persona, sólo porque trabajó mucho, llegó a ser rico o persona influyente (aunque la mayoría de personas que trabajan mucho nunca llegarán a ricos o personas influyentes). Nunca oímos de los contactos que tenía, por ejemplo. La historia de Bill Gates es un ejemplo paradigmático.

Como el estatus no está fijado de forma explícita y se piensa que está menos definido de  lo que realmente está y como el estatus es relativo (juego de suma cero), se produce una lucha feroz de todos contra todos por incrementar el propio estatus.

Esta lucha es más feroz porque el estatus es algo relativo: si todo el mundo duplicara su riqueza, el estatus seguiría siendo el mismo, porque el estatus se mide respecto al de tu círculo social. Se ha demostrado que la gente prefiere una situación en que tienen menos dinero que ahora si sus vecinos aún tienen mucho menos que él a una situación en que todos los vecinos son igualmente ricos. Es decir, el hombre no tiene un instinto biológico para buscar el dinero, sino para conseguir estatus (y el dinero sólo es un modo de conseguir estatus).

Ese es el origen de la expresión inglesa «keeping up with the Joneses», algo así como «no quedar por detrás de los García»: nadie quiere ser menos que sus vecinos. Es por eso que los muy ricos se afanan por serlo aún más: como su círculo social está compuesto de millonarios, deben tener más dinero que ellos para elevar su estatus. Alguien dijo que la lista de los cien hombres más ricos del mundo de la revista Forbes debería ser prohibida, pues fomenta este tipo de competición. El rico que está en el número 53 ve que su amigo está en el número 51 y se desvive por ser aún más rico para no estar por detrás de su amigo. Como el estatus es relativo, la lucha por el estatus se parece a la carrera de armamentos: es una escalada donde nunca hay respiro. Cuando una persona de la comunidad hace algo que le consigue un estatus superior, los otros lo siguen imitándolo (si pueden), lo que neutraliza esa ventaja e iguala el estatus de todos. El que quiera distinguirse deberá hacer algo más, que prontamente será imitado por los otros y esto produce una escalada en busca del estatus, sólo ralentizada por las limitaciones que tienen las personas.

Este carácter relativo del estatus es lo que explica (en gran parte) el consumismo actual. Como dijo el humorista americano George Carlin, «compramos basura que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a gente que no nos gusta». Se trata de comprar productos que nos permitan impresionar a nuestros vecinos y, por lo tanto, estar por encima de ellos en estatus social (o, en el peor de los casos, no quedarnos por detrás de ellos en estatus social). Asimismo, estas demostraciones de estatus (que pueden ser reales o ficticias, es decir, a base de crédito, de dinero que no tenemos) nos permiten obtener y mantener parejas más atractivas, como se explica en el primer párrafo. (El otro motivo del consumismo, que es la búsqueda del placer por encima de todo, queda para otra discusión).

Mecanismos para conseguir un mayor estatus

Algunas formas de aumentar el estatus : la política y la economía, educación.***

Pero ¿qué pasa con la gente que no es especialmente inteligente, especialmente hábil en los negocios o en el trabajo, especialmente hábil en la política y la intriga? Estos rasgos son, en su mayor parte, rasgos innatos de personalidad y, dado que el estatus es relativo, sólo los que lo tienen en forma extraordinaria (unas solas pocas personas) pueden usarlos para aumentar su estatus. Para las personas que no destacan especialmente en estas habilidades, siempre hay una forma de aumentar el estatus: intentar que el resto de la comunidad les considere personas especialmente buenas (o virtuosas). Esto se aplica especialmente a las mujeres, cuya virtud se valoraba histórica (como se ha visto más arriba) y que históricamente no han tenido otra forma de aumentar su estatus.

En toda sociedad, las personas que se considera virtuosas tienen un estatus superior en la comunidad a aquellas que se considera malvadas. Lo importante aquí es la percepción social. Una persona puede ser despreciable en su fuero interno, pero mientras la comunidad la considere como buena, tendrá un estatus superior. Esto es muy evidente en las culturas del honor, como el Islam o la sociedad española del Siglo de Oro. El honor es una palabra antigua que significa «cómo de virtuoso te considera la comunidad» y está asociado con el estatus social. Cuanto más honor, más estatus social.

Cuando un padre musulmán fundamentalista (normalmente impulsado por la madre) mata a su hija porque se descubrió que ha sido promiscua, está evitando que su familia pierda el honor (es decir, que su familia deje de ser considerada virtuosa por la comunidad). Perder el honor es lo último, porque significa ser un apestado social (sin ningún estatus) y, lo que es más grave, que las hermanas de la hija promiscua no podrán casarse y no podrán tener hijos (pues casarse con una persona deshonorable es perder el honor y nadie quiere hacerlo). De nuevo, lo importante es la percepción social: si la hija es promiscua y nadie se entera, no hay ningún problema. Es por eso que, si nadie se ha enterado, la familia musulmana normalmente opta por emigrar a otra parte, donde no les conozcan, para dejar que todo se olvide, en vez de recurrir al asesinato por honor.

Si el honor (la percepción social de la virtud de uno) es una forma de conseguir estatus, un método que está al alcance de todos para aumentar el estatus es realizar acciones que hagan creer a la comunidad que uno es virtuoso. A este fenómeno, tan antiguo como el hombre, se le ha dado el nombre moderno de «señalar virtud». Se trata de hacer demostraciones públicas de virtud delante de la comunidad. Para la gente que no es especialmente hábil en los estudios, el negocio o la intriga (es decir, para la inmensa mayoría de la gente), esta es la única forma que tienen de intentar aumentar el estatus.

La escalada de señalar virtud en esta sociedad

Como en la nostra sociedad, la lucha por el estatus es más feroz que en otras sociedades, nuestra sociedad está involucrada en una carrera de armamentos de señalar virtud. Dado que la religión de la Ilustración que profesa nuestra sociedad identifica la igualdad con el bien, una forma de señalar virtud (y ganar el estatus correspondiente) es demostrar que uno es igualitario. Como el estatus es relativo, no basta que uno sea igualitario: uno debe ser más igualitario que el vecino. La forma más fácil es acusar a otro como no igualitario (es decir, discriminatorio), así uno queda como más bueno que aquel que acusa. Las palabras para condenar la conducta no igualitaria (es decir, discriminatoria) son varias: racista, sexista, homófobo, xenófobo, islamófobo y otros adjetivos que se asocian con el mal. Es por eso que ha habido una inflación en el uso de estos términos.

Asimismo, como el estatus es relativo, el señalar virtud produce una escalada en la ideología igualitaria. Así, cuando la supuesta igualdad entre hombre y mujer fue aceptada por el conjunto de la sociedad, alguien se destacó como especialmente virtuoso señalando la supuesta igualdad entre heterosexual y homosexual. El resto de la sociedad siguió esta tendencia, para no quedarse atrás en la carrera por el estatus. Entonces, los que quisieron señalar virtud, tuvieron que buscar otra cosa: defender la igualdad entre nacional y extranjero, la igualdad entre transexual y mujer, llegando hasta el absurdo. Otras próximas tendencias es igualar el matrimonio monógamo con el polígamo, el hombre necrófilo o pedófilo con la persona normal. Incluso se ha propuesto la igualdad entre hombre y chimpancé (el proyecto Gran Simio), aunque la idea no ha tenido todavía éxito.

A veces, alguna gente se pregunta por qué la izquierda defiende a cosas como el Islam (cuyos valores son antitéticos a los valores de la izquierda) o la immigración descontrolada (que rebaja los salarios de las clases más bajas, enriquece a los ricos y aumenta la desigualdad de la sociedad). Existen varios motivos para ello (lucha contra el cristianismo, búsqueda de poder e influencia dirigida por instancias mayores) que podrían ser discutidos en otras ocasiones. Pero parte de la explicación es que defendiendo estos temas, el izquierdista aparece como una persona virtuosa, igualitaria y no altruista. Se trata de señalar virtud para aumentar (o no disminuir) el estatus de uno.

Hay que repetir que estos señalamientos de virtud no tienen nada que ver con que uno sea virtuoso. Uno sólo debe parecer bueno, no serlo. Tenemos ejemplos variados de gente que proclama públicamente los valores de la religión progresista actual, actuando de forma diferente en su vida privada. Todos conocemos el empresario que explota a sus trabajadores mientras hace proclamas públicas contra la discriminación. O el varón que presume de feminismo mientras tiene un amante (algunos de esos casos se han hecho públicos) o la mujer feminista que ataca a otras mujeres en su ámbito privado. El multiculturalista que explota a una empleada doméstica extranjera. El problema sólo pasa cuando la conducta privada se hace pública, como cuando se sabe que Pablo Iglesias vive como un rico mientras critica a los ricos. Pero si no se sabe nada de tu conducta privada (porque no eres un personaje público), puedes señalar virtud como un poseso mientras sigues en tu vida privada contradiciendo todo lo que dices en público.

Y, lo que es más importante, no te cuesta nada. Señalar virtud es un proceso que no cuesta ningún esfuerzo. Sólo debes decir las palabras adecuadas y ya se te considera virtuoso. Así, si te preocupa la condición de los inmigrantes, la solución lógica sería dar parte de tu dinero a una organización que ayuda a los inmigrantes, dedicar tus horas libres a enseñar español a los extranjeros, acoger a un inmigrante en tu casa o ayudar a financiar los estudios al hijo de un inmigrante. Pero esto es costoso. Sin embargo, poner en tu muro de Facebook, «luchemos para acabar contra el racismo y la xenofobia» (o ponerte un lacito de color) no cuesta nada y te gana estatus social, que es de lo que se trata.

De la misma manera, hay gente que hace demostraciones públicas de virtud para ayudar a los extraños mientras tiene abandonados a sus familiares. Cuidar de la abuela es costoso (porque la abuela está enferma y es dificil de tratar) y no te da ningún estatus. Pero dar un poco de dinero en la Tele Maratón contra las inundaciones de un país lejano, es indoloro y te gana estatus (sobre todo, si lo dices a tus amigos y lo publicas en las redes sociales).

Los diferentes usos de señalar virtud

Hasta ahora nos hemos centrado en la utilidad de los señalamientos de virtud para aumentar (o no disminuir) el estatus de uno en la sociedad, ya que este es un escrito sobre el estatus. Pero, en realidad, señalar virtud se realiza con diversos objetivos, que se relacionan con los tres tipos de personas que forman parten de un movimiento:

  • Los idealistas creen en la ideología y señalar virtud les produce un subidón de oxitocina además de verse a sí mismos como bueno y salvadores del mundo.
  • Los fariseos son los que señalan virtud para aumentar su estatus en la comunidad y la sociedad.
  • Los aprovechados son los que señalan virtud para conseguir algo más: dinero, poder o sexo.
  • Los indiferentes son los que señalan virtud simplemente para que les dejen en paz o para que su estatus no disminuya. Como los tenderos de Havel.

Una misma persona puede pertenecer a varios de estos grupos. Así, supongamos un político que cree en la ideología y además usa señalar virtud para aumentar su estatus en el país y así conseguir un buen resultado en las elecciones. Este político pertenecería al grupo de los idealistas, fariseos y aprovechados.

Quizás más que grupos podríamos hablar de cuatro objetivos de señalar virtud:

  • Autoimagen: Sentirse bien con uno mismo.
  • Honor: Aumentar el estatus en la sociedad.
  • Utilidad: Servir de herramienta para conseguir otros fines.
  • Supervivencia: Evitar que la vida empeore.

Las tres primeras se usa señalar virtud para conseguir una mejora, pero las última es simplemente para que no empeore.

Más concretamente, siguiendo la ruta de habitual, diferentes colectivos usan señalar virtud de diferentes maneras.

En los académicos, el señalamiento de virtud les produce estatus dentro de la comunidad universitaria de forma farisea, pero este estatus no es muy importante, más allá de que a todo el mundo le gusta que le traten bien ya que normalmente no se traduce en mejores posibilidades económicas o sexuales. Por el contrario, los académicos de ciencias sociales buscan el estatus de otra forma, descubriendo nuevas excepciones sin principios que les permiten tener un estatus elevado como innovadores o personas referentes dentro de su área. Es decir, las excepciones sin principios que serán el combustible de señalamiento de virtud no se descubren señalando virtud, sino por métodos tradicionales de aumentar el estatus (es decir, siendo destacado en tu profesión).

Por el contrario, en el mundo de los estudiantes universitarios, el estatus es muy importante (de hecho, la adolescencia y la juventud son las etapas en las que el estatus reina sobre otras necesidades). Por ello, los estudiantes señalan virtud como fariseos. También son idealistas.

En cuanto a los políticos, normalmente son aprovechados, que usan el señalar estatus para conseguir poder, aunque no se puede descartar que alguno sea también idealista. Del mismo modo, los periodistas combinan idealismo con aprovechamiento.

En cuanto a la gente normal, los progres pueden dividirse entre fariseos y aprovechados (si obtienen subvenciones, ayudas sociales) o la gente que son las dos cosas a la vez. Así, por ejemplo, los musulmanes son simplemente aprovechados, pues señalar virtud progre no les genera estatus en su comunidad, pero sí que pueden repetir eslóganes progres si esto les permite conseguir más ayudas sociales o ayudar a la expansión del Islam.

Finalmente, la gente conservadora son los indiferentes. Pueden señalar virtud progre para que los dejen en paz, pero buscan el estatus con métodos tradicionales y no señalando virtud.

En general, hay gente que no puede obtener nada por su señalamiento de virtud (estudiantes, gente progre que no aumenta sus ayudas sociales señalando virtud, gente conservadora). Estos no pueden ser aprovechados y, por lo tanto, sólo pueden ser idealistas, fariseos o indiferentes.

La comparación con una cultura de la culpa.

En resumen, nuestra sociedad se ha convertido en una cultura del honor, donde el comportamiento público es lo que cuenta y el comportamiento privado no importa. En ese aspecto, se parece a culturas como el Islam, aunque la religión y los valores son diferentes.

Por ello, resulta ilustrativo comparar nuestra sociedad (que es una cultura del honor) con una cultura de la culpa, como la sociedad cristiana europea tradicional, en la que el comportamiento privado importa más y el comportamiento público no importa tanto. Es importante señalar que no hay culturas puras del honor o de la culpa: todas son una mezcla de ambas características, pero, de forma relativa, el cristianismo está más volcado al interior que el Islam o el progresismo (que son culturas más volcadas al exterior).

El cristianismo: los fariseos, todos somos pecadores, diferencia entre la búsqueda de la virtud y la búsqueda del poder. Savoranola. El prójimo.

El egoismo sólo debe

Teoria del canvi social

Com s’ha radicalitzat la política cap a l’extrema esquerra q una opinió de Carmena en 2006 es hui dia una opinió considerada d’extrema dreta!

Tinc un escrit a mig fer (que segurament acabaré quan estiga a El Salvador) que explica això. Us he explicat que el desplaçament de la finestra Overton cap a l'»esquerra» es dona pel reconeixement d’excepcions sense principis.

Així, per exemple, un dia algú va decidir que tractar les relacions homosexuals diferent de les relacions heterosexuals viola el sagrat principi de la igualtat. Ningú se n’havia adonat de la Il·lustració, perquè la cosa era tan absurda i contrària al sentit comú, que la cultura no estava suficient psicòtica perquè eixe pensament fora possible.

(Queda per un altre dia perquè la desigualtat a favor de la dona no viola este principi)

Eixe algú (en realitat van ser moltes persones) va vore això com una forma d’ASSENYALAR VIRTUT i augmentar el seu estatus social.

Eixe algú podria haver assenyalat virtut proclamant la igualtat entre l’home i la dona però això ja havia estat acceptat per tota la societat. L’increment d’estatus per dir algo que tots ja diuen és mínim o inexistent. Assenyalar la virtut que tots accepten no puja l’estatus, sinó fa que el estatus no disminuisca i et consideren un heretge de poc estatus (fatxa, sexista, etc).

Realment, l’avantatge d’assenyalar virtut és assenyalar virtut en algo que no s’ha acceptat per la societat. Algo nou. Així un es distingueix com més virtuós que uns altres.

Així que un munt de gent va començar a assenyalar virtut respecte als «drets gais». Això es va propagar per tota la societat perquè ningú volia perdre estatus social i ser considerat com un apestat. Va seguir la ruta habitual: de les Universitats americanes de la Ivy League, als estudiants universitaris (incloent els estudiants de Periodisme), els mitjans de comunicació, els polítics, la gent progre i la gent conservadora

Durant tot este trajecte, molta gent va aconseguir assenyalar virtut en el seu entorn.

Una vegada això està assumit per tota la societat, la societat s’ha desplaçat cap a l’esquerra. La finestra Overton (rang d’opinions respectables) s’ha desplaçat cap a l’esquerra. Hui dir que una parella homosexual no haja de tindre els mateixos drets que una parella homosexual (es diga «matrimoni» o no) et col·loca en un estatus social paregut al dels assassins de dones, encara que eixa veritat ha sigut reconeguda per tots els pobles de la història, inclosa la civilització occidental fins fa 20 anys, inclosa l’esquerra més radical.

Per tant, ja el tema homosexual està amortitzat. Ja no es pot assenyalar virtut amb això. Ara cal buscar un altre tema nou: transsexuals, immigrants, etc.

I eixe és el mecanisme pel qual es dona el canvi en la religió de l’egoisme i la finestra Overton es desplaça sempre cap a l’esquerra, és a dir, es purifica eliminant les excepcions sense principis.

Com que la religió de l’egoisme no té cap tipus d’ancla (dogma, escriptures sagrades) excepte quatre principis abstractes (llibertat-tabula rasa, igualtat-boc expiatori i progrés) que són absurds i contradictoris, este desplaçament va portant la finestra Overton cap a llocs més i més absurds i l’únic STOP possible és el col·lapse de la civilització.

Ritme del canvi social

Bé, tota esta gran explicació venia pel fet que cal preguntar-se: Quin és el ritme en què la finestra Overton es desplaça cap a l’esquerra? Per què s’ha accelerat en els últims anys de forma que el que deia Carmena fa 10 anys hui és super-fatxa? (super-fatxa) vol dir «la posició més retrasada de la finestra Overton conforme es desplaça cap a l’esquerra».

Cal dir primer que la religió de l’egoisme sempre serà una religió on el canvi és més accelerat que una religió tradicional, per dos raons:

  • No té ancles, com us vaig dir.
  • Afavoreix la destrucció en comptes de la construcció. http://www.thetruthcounts.com/blogtraducciones/2018/12/19/sobre-perque-la-religio-de-legoisme-sha-propagat-tan-rapidament/

Però cal observar que la propagació de la religió de l’egoisme s’ha accelerat els últims anys. Per què?

El ritme (la velocitat) en què la finestra Overton va cap a l’esquerra el marca la velocitat en què l’assenyalament de virtut d’una determinada excepció sense principi (per exemple, el matrimoni gai) recorre la societat des de les capes més altes a les capes més baixes seguint la ruta habitual: de les Universitats americanes de la Ivy League, als estudiants universitaris (incloent els estudiants de Periodisme), els mitjans de comunicació, els polítics, la gent progre i la gent conservadora

Antigament, això era lent, perquè la transmissió de la informació era molt lenta i durava dècades (i més antigament segles). Quan una nova parida s’ocorria a un tipus de Harvard, havia de posar-la en la revista de Hardvard (paper) esperar lentament a que la idea se propagara dins del microcosmos de Harvard, després educar a una nova generació d’estudiants amb la idea, estos anirien als periòdics i la tele. Poc a poc la cosa aniria consolidant-se en Estats Units, però en Espanya només poca gent sap anglés i només la gent que viu en l’estranger podria agarrar-la. Estos haurien de prendre el control de l’educació i els mitjans de comunicació en Espanya i educar a una nova generació i finalment la cosa arriba al poble espanyol molt de temps després

Per exemple, la correcció política és inventada per l’escola de Frankfurt començant per 1937. Van haver d’esperar fins als anys 60 per adoctrinar parcialment a una generació: els hippies, el maig del 68. I la cosa va arribar a Espanya sobre l’any 2000. És un llarg camí.

Amb la Internet això és molt ràpid. Un tio de Harvard inventa la parida, assenyala virtut en Facebook i Twitter, tota la progressia americana comença assenyalar virtut com bojos en les xarxes socials, a Espanya arriba dos o tres anys després i el matxaqueo és continu. El cicle dura només uns quants anys

Podríamos decir que la Internet ha facilitado señalar virtud y, por lo tanto, el señalamiento de virtud ha perdido valor por la ley de la oferta y la demanda. Es decir:

  1. En la Internet es mucho más fácil señalar virtud, por ello más gente lo hace y lo hace más veces que antes.
  2. Hay un aumento de la cantidad de señales de virtud.
  3. Por lo tanto, señalar virtud (especialmente en Internet) ya no da la cantidad de estatus que daba antes sino sólo una cantidad modesta de estatus. Las señales de virtud se devalúan pues dejan de ser escasas y pasan a ser omnipotentes.
  4. Esto hace que la gente señale virtud más veces y con más frecuencia, con el fin de conseguir un estatus mayor, compensando con la cantidad de señales de virtud la devaluación de la señal de virtud individual. Es como el adicto que necesita más droga para conseguir el mismo efecto.
  5. Esto lleva a 2 y el ciclo se repite.

Se trata pues de un círculo virtuoso, que aumenta las señales de virtud y la gente que señala virtud hasta el máximo que soportan las limitaciones tecnológicas y psicológicas. Por ello, la nueva excepción sin principio se propaga muy rápidamente por el tejido social y la ventana Overton se mueve muy rápidamente a la izquierda.

I és per això que el que diu Carmena fa deu anys és ara considerat típic de Hitler
(També la Internet explica fenòmens com els de la contra-reacció però això queda per un altre dia)

Contra-reacció: Cerca de la veritat perquè la Internet evita censura de l’èlit. Resistència a canvis massa ràpids produïts per la Internet.

  • Col·lectius exclosos de la prosperitat econòmica que tenen accés a mitjans de comunicació (al contrari que el comunisme)