Un mundo dominado por el mal

Yo nunca quise ir tanto a contracorriente. Pero vivimos en una época tan perversa, tan encanallada, con tanta maldad, que no queda otra solución que ir a contracorriente.

Nuestro compromiso es con la verdad. Si el poder fuera a favor de la verdad (como ha ocurrido en otras etapas de la historia), le apoyaríamos. ¿Pero cómo se puede apoyar cosas como esto?

Sólo guau es guau’: cárcel por matar a una rata según la ley animalista de Belarra

Ahí vemos una cosa que parece contradicción, pero que no lo es:

  • Matar a un niño en el vientre materno no es delito: se fomenta y se subvenciona. Pero matar a una rata puede estar penado con prisión.
  • Pero curiosamente, la zoofilia se despenaliza. La ley de bienestar animal penaliza matar a una rata, pero no follarse a un perro. Eso no es abuso. Es bienestar animal.

Aquí ves lo bajo que ha caído nuestra civilización. Que se despenaliza la zoofilia, yo sabía que iba a llegar pero no sabía que sería tan pronto. ¿Cuándo tardará en llegar la pedofilia (sexo con niños)?

Zoé Valdés comenta en un artículo que te recomiendo:

Es curioso cómo este gobierno, mediante la ley animal, se inquieta por los derechos de las ratas, pero atenta contra los derechos del ser humano dentro de su madre, desprestigiando primero a la madre como portadora de vida y después en la vida como proceso último de creación.

Por otra parte, ha sido aprobada la zoofilia, siempre y cuando el animal consienta. No es de locos, es de gente mala. Además, es el primer paso para acabar de aprobar mediante ley la pedofilia, que se tras lo que andan hace rato. Si se puede con animales, pues lo más natural para esta gente sería que también se pudiera con niños que, en definitiva, según sus criterios, valen menos que las ratas.

Y, de hecho, el camino a la pedofilia se está transitando. Primero sexualizando a los niños a tempranas edades, con la escuela y con los medios. Después soltando tímidos desafíos al tabú, como la serie en que una profesora se acostaba con un alumno o el anuncio de Balenciaga que tiene toda una serie de detalles pedófilos.

¿Existe alguna coherencia en esto es todo contradictorio? Veamos las aparentes contradicciones.

  • Matar a un niño en el vientre materno está bien, pero matar a un animal está mal. Sin embargo, tener sexo con un animal está bien.
  • Los niños deben permiso a los padres para ir de excursión pero no para abortar ni para mutilarse de por vida, sea química o físicamente (transición)
  • El sexo es fluido, pero los homosexuales nacen así y no pueden cambiar. Está prohibido los tratamientos que intentan cambiar a los homosexuales que así lo desean. Para eso, los homosexuales no tienen libertad.
  • Hay que ser lo más feminista y gay posible, por eso importamos musulmanes que vienen de países más machistas cuya ley dice que hay que matar o encarcelar a los gays.
  • Defendemos a la mujer, por eso un hombre que dice ser mujer puede competir en deportes femeninos y recibir las subvenciones a la mujer. Si es condenado por violación, acudirá a una cárcel de mujeres.
  • Estamos contra los violadores, por eso les bajamos las penas, para que salgan a la calle y puedan volver a violar. En realidad, la culpa de la violación no la tienen ellos, sino toda la sociedad compuesta de gente a la que nunca se le ha pasado por la cabeza violar.
  • Nuestra religión es malísima, porque es machista y LGBTI-fóbica. Debemos superar la religión. La religión de los extranjeros (Islam, que dice que una mujer es inferior a un hombre) es buenísima y debe conservarse.
  • En Europa, se puede orgulloso de ser negro, musulmán o asiático pero no de ser blanco.

Y podría seguir. ¿Existe alguna lógica o es una contradicción? ¿Son cosas al azar?

No son cosas al azar. No hay ninguna contradicción.

Todas las cosas que se promueven están a favor del MAL, a favor del abuso y las cosas poco recomendables. En contra del BIEN, en contra de la virtud, en contra de las buenas costumbres, en contra de una sociedad que funciona, que no se autodestruye, en contra del respeto al humano.

En cada tema, pregúntate: ¿Qué es el BIEN en este tema? Lo que se fomenta es completamente lo contrario.

  • El bien en la inmigración es la cohesión de la sociedad y la integración de los inmigrantes. Pues se fomenta que los inmigrantes no se integren y que formen sociedades paralelas a través del multiculturalismo («la comunidad islámica», como dicen todos aquellos que están en contra de cualquier comunidad española)
  • ¿Qué sería el bien en el caso trans? Que la gente aceptara su sexo biológico y, si no, dar tratamiento psicológico. El tratamiento psicológico está prohibido y se fomenta la castración. Hay un pico de suicidios unos años después de la operación de transición.
  • ¿Qué es el bien en el caso animalista? Matar a las ratas por propagar enfermedades, no tener sexo con animales. Y no matar al niño en el vientre materno. Se fomenta todo lo contrario.

Y así se podría seguir con cada uno de los casos mencionados anteriormente.

¿Cómo hemos llegado a una civilización gobernada por el mal? Es fácil. Expulsamos a Dios de la sociedad y el mal vio su oportunidad. El mal domina los poderes del mundo (muchos hacen rituales satánicos). Éstos crean sus ideas malvadas, que son promovidas por los organismos internacionales, los gobiernos y, finalmente todas las masas se apuntan porque hacen todo lo que ven en la tele.

El mal no debe ser coherente. Es tan malo el cuchillo que no corta como el que corta demasiado. Es tan malo el yihadista que piensa que hay que matar a los gays que el tipo que le corta el pene a un niño diciendo que ha nacido de sexo equivocado.

El mal es diverso. Tolstoi empezó Anna Karenina con una frase inolvidable «Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera»

Claro, para que una familia sea feliz debe ser unida, la gente se debe querer, no debe haber enfermedades, drogadicciones, problemas económicos, conflictos

Pero una familia infeliz puede serlo porque hay una infidelidad. O porque existe una enfermedad terminal. O porque la gente está peleando todo el tiempo. O porque viven en una pobreza extrema. Cada familia infeliz es infeliz a su manera.

El mal es muy diverso y a los poderes actuales le interesan todas las situaciones que sean malvadas. Todo menos el bien.

Es hora que la comunidad científica admita que estábamos equivocados sobre el COVID

Original en inglés aquí

Como estudiante de medicina e investigador, apoyé incondicionalmente los esfuerzos de las autoridades de salud pública cuando se trataba del COVID-19. Creía que las autoridades respondieron a la mayor crisis de salud pública de nuestras vidas con compasión, diligencia y pericia científica. Creía que las autoridades habían respondido a la mayor crisis de salud pública de nuestras vidas con compasión, diligencia y pericia científica. Estuve con ellos cuando pidieron cierres, vacunas y refuerzos.

Me equivoqué. La comunidad científica se equivocó. Y costó vidas.

Ahora me doy cuenta de que la comunidad científica, desde los CDC hasta la OMS, pasando por la FDA y sus representantes, exageraron repetidamente las pruebas y engañaron al público sobre sus propios puntos de vista y políticas, incluso sobre la inmunidad natural frente a la artificial, el cierre de escuelas y la transmisión de enfermedades, la propagación de aerosoles, los mandatos de mascarillas y la eficacia y seguridad de las vacunas, especialmente entre los jóvenes. Todos ellos fueron errores científicos en su momento, no en retrospectiva. Sorprendentemente, algunas de estas ofuscaciones continúan en la actualidad.

Pero quizás más importante que cualquier error individual fue lo inherentemente defectuoso que era, y sigue siendo, el enfoque general de la comunidad científica. Era defectuoso de una manera que socavó su eficacia y dio lugar a miles, si no millones, de muertes evitables.

Lo que no valoramos adecuadamente es que las preferencias determinan cómo se utiliza la experiencia científica, y que nuestras preferencias pueden ser -de hecho, eran- muy diferentes de las de muchas de las personas a las que servimos. Creamos una política basada en nuestras preferencias y la justificamos con datos. Y luego describimos a quienes se oponían a nuestros esfuerzos como equivocados, ignorantes, egoístas y malvados.

Convertimos la ciencia en un deporte de equipo y, al hacerlo, dejamos de ser ciencia. Se convirtió en nosotros contra ellos, y «ellos» respondieron de la única forma que cabría esperar: resistiendo.

Excluimos a partes importantes de la población de la elaboración de políticas y castigamos a los críticos, lo que significó que desplegamos una respuesta monolítica en una nación excepcionalmente diversa, forjamos una sociedad más fracturada que nunca y exacerbamos antiguas disparidades sanitarias y económicas.

Nuestra respuesta emocional y nuestro arraigado partidismo nos impidieron ver el pleno impacto de nuestras acciones en las personas a las que se supone que debemos servir. Minimizamos sistemáticamente los inconvenientes de las intervenciones que impusimos, impuestas sin la participación, el consentimiento y el reconocimiento de quienes se veían obligados a vivir con ellas. Al hacerlo, violamos la autonomía de quienes se verían más perjudicados por nuestras políticas: los pobres, la clase trabajadora, los pequeños empresarios, los negros y los latinos, y los niños. Estas poblaciones fueron pasadas por alto porque se nos hicieron invisibles por su exclusión sistemática de la maquinaria mediática dominante y corporativizada que presumía de omnisciencia.

La mayoría de nosotros no se pronunció a favor de puntos de vista alternativos, y muchos de nosotros tratamos de suprimirlos. Cuando voces científicas de peso, como los profesores de Stanford John Ioannidis, Jay Bhattacharya y Scott Atlas, o los profesores de la Universidad de California en San Francisco Vinay Prasad y Monica Gandhi, dieron la voz de alarma en nombre de las comunidades vulnerables, se enfrentaron a una severa censura por parte de las implacables turbas de críticos y detractores de la comunidad científica, a menudo no sobre la base de hechos, sino únicamente sobre la base de diferencias en la opinión científica.

Cuando el ex presidente Trump señaló los inconvenientes de la intervención, fue tachado públicamente de bufón. Y cuando el Dr. Antony Fauci se opuso a Trump y se convirtió en el héroe de la comunidad de la salud pública, le dimos nuestro apoyo para hacer y decir lo que quería, incluso cuando estaba equivocado.

Trump no era ni remotamente perfecto, como tampoco lo eran los críticos académicos de la política de consenso. Pero el desprecio que les dedicamos fue un desastre para la confianza pública en la respuesta a la pandemia. Nuestro enfoque alejó a grandes segmentos de la población de lo que debería haber sido un proyecto nacional de colaboración.

Y pagamos el precio. La rabia de los marginados por la clase experta estalló y dominó las redes sociales. Al carecer del léxico científico para expresar su desacuerdo, muchos disidentes recurrieron a teorías conspirativas y a una industria casera de contorsionistas científicos para presentar sus argumentos contra el consenso de la clase experta que dominaba la corriente dominante de la pandemia. Etiquetando este discurso de «desinformación» y achacándolo al «analfabetismo científico» y la «ignorancia», el gobierno conspiró con las grandes tecnológicas para suprimirlo agresivamente, borrando las preocupaciones políticas válidas de los opositores al gobierno.

Y esto a pesar del hecho de que la política contra la pandemia fue creada por una delgada franja de la sociedad estadounidense que se ungió a sí misma para presidir sobre la clase trabajadora: miembros de la academia, el gobierno, la medicina, el periodismo, la tecnología y la salud pública, que son altamente educados y privilegiados. Desde la comodidad de su privilegio, esta élite premia el paternalismo, en contraposición a los estadounidenses medios que alaban la autosuficiencia y cuyas vidas cotidianas exigen rutinariamente que tengan en cuenta el riesgo.

Es inconcebible que muchos de nuestros dirigentes no hayan tenido en cuenta la experiencia vivida por quienes se encuentran al otro lado de la línea divisoria de clases.

Incomprensibles para nosotros debido a esta división de clases, juzgamos severamente a los críticos del cierre patronal como vagos, retrógrados, incluso malvados. Tachábamos de «estafadores» a quienes representaban sus intereses. Creíamos que la «desinformación» enervaba a los ignorantes, y nos negábamos a aceptar que esas personas simplemente tuvieran un punto de vista diferente y válido.

Elaborábamos políticas para el pueblo sin consultarle. Si nuestros funcionarios de salud pública hubieran actuado con menos arrogancia, el curso de la pandemia en Estados Unidos podría haber tenido un resultado muy diferente, con muchas menos vidas perdidas.

En lugar de ello, hemos sido testigos de una pérdida masiva y continuada de vidas en Estados Unidos debido a la desconfianza en las vacunas y en el sistema sanitario; una concentración masiva de riqueza en unas élites que ya eran ricas; un aumento de los suicidios y de la violencia con armas de fuego, especialmente entre los pobres; una tasa de depresión y trastornos de ansiedad que casi se ha duplicado, especialmente entre los jóvenes; una pérdida catastrófica de logros educativos entre los niños ya desfavorecidos; y entre los más vulnerables, una pérdida masiva de confianza en la atención sanitaria, la ciencia, las autoridades científicas y los líderes políticos en general.

Mi motivación para escribir esto es simple: Tengo claro que para recuperar la confianza del público en la ciencia, los científicos deben debatir públicamente lo que salió bien y lo que salió mal durante la pandemia, y dónde podríamos haberlo hecho mejor.

Está bien equivocarse y admitir en qué nos equivocamos y qué aprendimos. Es una parte fundamental del funcionamiento de la ciencia. Sin embargo, me temo que muchos están demasiado atrincherados en el pensamiento de grupo -y demasiado temerosos de asumir públicamente su responsabilidad- como para hacerlo.

Resolver estos problemas a largo plazo exige un mayor compromiso con el pluralismo y la tolerancia en nuestras instituciones, incluida la inclusión de voces críticas aunque impopulares.

Hay que acabar con el elitismo intelectual, el credencialismo y el clasismo. Restablecer la confianza en la sanidad pública -y en nuestra democracia- depende de ello.

About the origins of modernity as secularized Protestantism

Modernity is a moving target. It is drifting constantly, because it is the progressive implementation of its insane premises, which are freedom, equality and relativism. These premises were born in Protestantism, where they were called Sola Fide, universal priesthood and Sola Scriptura, respectively.

No wonder Protestantism mixed well with modernity: they have the same basic concepts. Modernity is the secularization of Protestantism.

But, as modenity was innovating more and more while trying to implement freedom, equality and relativism, it was a matter of time that Modernity started adopting principles that were incompatible with Christianity, such as gay marriage. Then, it was time to decide.

Since the America state was founded on modernity over a Christian population, the good jobs demanded to be faithful to the official ideology, that is, modernity. Upper middle class did that and discarded Christianity.

What was the alternative? I dared to say that some progressive initiative in my job was not a good idea bwcause I wanted to be faithful to God and I am now unemployed. See how it works?

In fact, it would be more accurate to say that Protestantism is the first form of Modernity. As Modernity drifted away from Christianity, there was a first form, which were the first Protestant churches, such as the Luteran Church. The second wave was the Puritan churches, which increased equality, because there were no bishops, etc . The third step was the Enlightenment, as implemented by the Founding Fathers. Then the social gospel, socialdemocracy, political correctness and wokeness.

Each step is more and more freedom and equality and less Christianity. While Modernity was compatible with Protestant Christianity, there was cross-polinization between both. But in fact, America had been founded on modernity and Christianity was subordinate. It only thrived while it was compatible with modernity.


«Modernity is a moving target»

I presume you mean philosophical modernity?

Well, I meant philosophical modernity, yes. Jefferson and the woke belong to philosophical modernity, but they don’t have the same ideas. Philosophical modernity is the locigal development of the ideas of freedom, equality and relativism. In this aspect, the woke are more coherent the Jefferson. Jefferson said that all men were equal while having slaves. The fact is that equality is absurd and its logical development brings new levels of absurdity.

But, of course, technological modernity is also constantly changing, no doubt about it.

In fact, I don’t see «philosophical modernity» as a good term. I prefer to speak about «liberalism», «progressivism» or «the Enlightenment religion/ideology». Modernity comes from modern, which is only a term that means «recent things». This is too vague and not accurate enough. Scholasticism was modern in the 13th century and, today, there are modern societies that have nothing to do with liberalism (say, tribes in Afghanistan.

In fact, modernity is a term which have the myth of progress embedded in it. If someone opposes it, it is against modernity (meaning: «it is against progress, he wants to return to the Stone Age»). I prefer to use a neutral term.

For «technological modernity», I prefer to use «technological progress». I don’t believe in the myth of progress, with exception of technology, where progress is obvious.

The core problem of Protestantism is its intellectual instability hence it inability to maintain cohesion. But remember, instability goes both ways. Protestantism has an ability to become more rigorous and more lax.

Yes, Sola Scriptura gives Protestantism its instability. So it COULD become more rigorous and more lax. But, in the long term, Protestantism has the tendency to get more lax. Why?

Because Protestantism does not live in a vacuum. There are forces that go in a direction of making the human society more lax:

– Entropy, which favors a more lax environment. A rigorous society is a state of low entropy so it needs effort to maintain. A lax society does not require any effort. The same way you need effort in the winter to heat your cold home but you don’t need effort for your hot home to get cold. Second law of thermodynamics.

– Human instincts, which are programmed for the Paleolithic and try to return to the Paleolithic. Original sin and all that. This is why virtue is so difficult and vice is so easy and tempting.

– Philosophical modernity (liberalism), which tends to make Protestantism (and everything else) more lax.

The instability of Protestantism allows it to succumb to these forces more easily than other ideologies and religions.

Having said that, Protestantism is not the only factor here. Technological progress produces wealth that removes material obstacles to laxity.

«Modernity is the secularization of Protestantism.»

How is a Baptist fundamentalist a «modern»?

Of course, he is a modern. He is not a modern compared to the woke, but he is a modern compared to a traditional Catholic or Orthodox. Modernity is a moving target, as I said.

I am not an expert about Baptism fundamentalism. So I copy from the Internet. Please, feel free to explain me about Baptism fundamentalism beliefs.

«The beliefs are mainly Baptist and fundamentalists.[8] They refuse any form of ecclesial authority other than that of the local church. »

Well, this is a modern attitude. Only modernity rejects authority and hierarchy, which is present in all societies and religions in history, with no exception. This is derived from the Lutheran idea of universal priesthood, which is secularized as «equality».

«Great emphasis is placed on the literal interpretation of the Bible as the primary method of Bible study.»

Another modern attitude. Traditional views on the interpretation of the Bible were that only authorities should interpret the Bible and they could be interpreted it metaphorically (see Ireneus and Saint Augustine about the interpretation of Genesis). This is also derived from universal priesthood and Sola Scriptura (which is called «relativism» in modern times: every man has his own truth).

«Baptists believe that faith is a matter between God and the individual (religious freedom). To them it means the advocacy of absolute liberty of conscience.»

It couldn’t get more modern than that. Individualism, liberty of conscience and religious freedom are radically modern concepts and unimaginable in non-modern societies, in any time in history and in any religion.

«And what does the secularisation of Catholicism look like. Looking at some of the Pew Research figures in the U.S. the Catholics aren’t exactly pushing back the secular tide.»

But you are mixing three different topics.

First topic: Modernity is the secularization of Protestantism. Or, better, Protestantism is the first form of Modernity. This is a topic that is independent from the secularization of Catholicism. We were talking about Protestantism, not about Catholicism.

Second topic: What does the secularization of Catholicism looks like?

Third topic: Is Catholicism effective against secularization?

About the first topic, I have written long comments and nothing I have said has to do with Catholicism. It is a topic about the ORIGIN of modernity, not about a strategy to fight against it. My thesis is that Modernity is a byproduct of Protestantism and, even if Catholicism was Satan’s work, this wouldn’t change a bit my reasoning. I have not said that Catholicism or Protestantism is good or bad. I am only trying to describe the situation.

About the second topic, the secularization of Catholicism is the abandonment of Catholicism, whether totally or partially («Cafeteria Catholicism» where you pick and choose the beliefs you want to follow). Because traditional Catholicism cannot be secularized, you have to adopt Protestant values (such as liberty of conscience) to secularize Catholicism. In fact, after Council Vatican II, Catholicism is a mixture of Protestantism and traditional Catholicism.

This won’t be easy to explain. English is not my native language.

The upward mobility of the bourgeoisie doomed the Ancient Regime, where rulers were the absolute kings, the nobles and the Church. The bourgeois wanted to rule so they needed an ideology against traditional Catholicism, which favored hierarchy, the divine right of kings, the traditional customs and laws. In short, the Ancient Regime.

In the Protestant countries, it was easier. They had Sola Scriptura, so they could invent new versions of Christianity that were more in line with equality. You see an evolution to Puritan versions of Protestantism, where there were no bishops or hierarchy. This is the first form of Modernity. In «Albion’s Seed: Four British Folkways in America», you see that Massachusetts Puritan were egalitarians and they reacted with horror when some nobles tried to go to Massachussetts to rule over them. Quakers are a completely modern movement.

«Quakers seek to experience God directly […] Quakerism is a way of life, rather than a set of beliefs. It has roots in Christianity and many Quakers find the life and teachings of Jesus inspirational, but we have no creed. […] Our inner experience leads us to be committed to equality, peace, simplicity and truth; all of which we try to live out in our lives.»

It does not get more modern than that.

My point is that the flexibility of Protestantism allowed Protestant countries to abandon Christianity little by little, step by step. It was a progressive movement and not universal. Some sects secularized and abandoned Christianity, other remained closer to Christianity. So there was a split in ideology:

– Liberalism, as the secularization of Protestantism.

– Classical Protestantism, as the traditional form of Protestantism.

These two branches of the same movement influenced each other and coexisted, until Modernity moved so far away from Christianity (gay marriage) that was impossible to coexist. Then, the upper middle classe rejected Protestantism and embraced Liberalism.

Catholicism couldn’t do that. It couldn’t reject the dogmas, especially after the Council of Trent. So it couldn’t drift away from Christianity little by little, step by step. It was all-or-nothing. So the first strategy of the Catholic Church was to resist, reject liberalism (what you call «philosophical modernity»). Félix Sardà y Salvany wrote a book called «Liberalism is a sin» .

Meanwhile, revolutionaries in Catholic countries rejected completely Catholicism and adopted Liberalism from Protestant countries. So it was more traumatic in Catholic countries. The revolutionaries fought against the Church: they couldn’t invent new forms of Christianity that were more and more liberal, such as in the States.

Even when revolutionaries won the political power (after the bourgeois revolutions), most people remained Catholic and they didn’t secularized. When the secularization came (20th century) was an abandonment of Catholicism and a complete adoption of Liberalism (that is, secularized Protestantism). It was not a slow drifting away from the Church for centuries. The generation of the parents was Catholic and the generation of their children were not Christian at all. In Spain, this process happened during the 80s and in Ireland during the 90s. As a Spanish guy, I lived the completely Catholic society of my childhood and the completely atheistic society of today. This was fast. I lived a process that took centuries in other countries.

So Catholicism is unable to secularize in the same way Protestantism has done. To secularize Catholicism is to abandon Catholicism. Joe Biden is a Catholic Only in Name, as many Catholics. While Protestantism could secularize little by little and some sects could retain parts of traditional Christianity, because they were more flexible, until a point where Modernity was so absurd and anti-Christian that this could not be done any more.

Looking at some of the Pew Research figures in the U.S. the Catholics aren’t exactly pushing back the secular tide. Catholic membership hasn’t made Joe Biden a paragon of traditionalism. The lion’s share of «conservative pushback» is being done by the Evangelicals.

Agree with that. But this was not my point. My point is that the origin of Modernity is the secularization of Protestantism. In fact, Protestantism is the earliest form of Modernity. And this is completely unrelated. I never said that Catholicism is better than Protestantism to fight current versions of Modernity (or the other way around). I was making a historic point about the origins.

The key issue is the relationship of faith to Grace. And it’s my opinion that certain strands of Protestantism are Graced. Mainline Protestantism isn’t. (It may have been at one time.)

This is a matter of opinion and I don’t have any bad will against Protestants, who I regard as my brethren in faith. And my text has been very long. I don’t want to give my opinion, which would require to write more and more. It’s enough.