El mundo moderno en seis párrafos

Tradicionalmente, se suponía que el ser humano debía dominar su YO para dominar su egoísmo natural y para adaptarse al mundo y a la sociedad, con el fin de conseguir una sociedad y una vida armoniosa. Todos los grandes pensadores de la humanidad así lo han afirmado (Jesús, Buda, Confucio, Séneca y un largo etcétera)

Desde la Ilustración (que llegó a las masas europeas durante los años 60, desplazando al cristianismo anterior), se ha invertido la estrategia. El mundo moderno se basa en dar al YO cada vez menos restricciones para que haga lo que le dé la gana, aunque el deseo no sea sano, ayude a la sociedad o sea constructivo (de hecho, ya no podemos decir esto, pues somos relativistas y no creemos que haya una verdad objetiva, así que no se puede condenar el comportamiento de nadie).

Por lo tanto, no es el que el YO debe adaptarse al mundo, como antes, sino que el mundo debe adaptarse al YO. Así no maduramos y quedamos en el nivel de niños malcriados. La sociedad degenera en una lucha de todos contra todos, a ver quien se queda más parte del pastel.

A esto se le llama «libertad», porque «egoísmo» o «narcisismo» suenan mal. En nombre de la libertad, se intentan romper todas las estructuras que han permitido la sociedad y que ponen restricciones al YO: la religión, las naciones (sea por inmigración ilegal o por separatismos), las comunidades («a quien le importa lo que YO haga», dice Alaska), la familia y, últimamente, incluso la biología (por ejemplo, uno puede nacer hombre y, si quiere ser mujer, puede estar en lucha contra su propio cuerpo, pues nada debe impedir el reinado del YO).

Esto es ir contra la naturaleza y es imposible. Pero sólo intentarlo y mantener la apariencia de que es posible, requiere cantidades ingentes de dinero. Es por eso que aumentan los impuestos y la deuda. Por otra parte, ir contra la naturaleza hace que nuestra productividad y nuestra demografía se hunda y vemos pueblos menos narcisistas y más en contacto con la realidad, conquistarnos y reemplazarnos.

Es un poco triste ver cómo nuestra sociedad se suicida queriendo ir contra la naturaleza y contra la realidad. Pero como dicen los americanos, «la madre naturaleza es una cabrona» («Mother Nature is a bitch») y nada puede ir contra ella. Ella es la que ríe la última. Otros pueblos nos remplazarán y recuperarán el sentido común que nosotros tiramos por la borda en una orgía de egoísmo y narcisismo. Nosotros quedaremos en la historia como una sociedad suicida, ejemplo de lo que no se debe hacer.