Cómo hablar con un progresista

por Brett Stevens

[Original en inglés aquí]

Si cree que lo peor en televisión es la interminable propaganda de las noticias por cable, está equivocado. Con mucho, el espectáculo más vergonzoso que se puede presenciar, el que revuelve el estómago y que induce a la desesperanza, se da cuando el Partido Republicano intenta comunicarse con los progresistas. .

Los conservadores parecen creer que pueden razonar con la izquierda y, de alguna manera, hacerles ver que las políticas progresistas contradicen las intenciones progresistas. Dice mucho de nuestros conservadores que parece que nunca se han parado a considerar que, mientras la izquierda siga ganando, obviamente no le molesta ser lógicamente incoherente.

Esto no molesta a los conservadores, ni a los conservadores mayoritarios ni a los que tienen un nicho, ya que todos ellos no son más que empresarios. Se preocupan por vender clics en sitios web, reproducciones de videos, libros y donaciones al Partido Republicano. Nuestros conservadores más destacados, como el propio Partido Republicano, evitan pensar en el futuro; quieren el dinero y la fama ahora, y su único objetivo es promocionarse como individuos.

Para estas figuras de los medios, comunicarse con los progresistas es un medio de comunicarse con la audiencia conservadora. Siguen el formato de «estilo pornográfico» promovido por Fox News y National Review, en el que el objetivo es excitar a su audiencia con una justa indignación e ira para que agiten sus puños ante la pantalla del televisor hasta que no puedan soportarlo más y se desplomen de cansancio, para volver al trabajo el día siguiente.

Los conservadores de los medios se especializan en el enfoque de «te pillé» por esta razón, y les gusta tratar de hacer que su audiencia se enfurezca y se desaliente cuando señalan que los progresistas son inconsistentes.

Conservador: ¿Se dio cuenta de que, en realidad, usted es racista cuando usa la teoría crítica de la raza para discriminar a los blancos?

Progresista: ¡Por supuesto que sí! El racismo implica poder y discriminación, así que, si elimino el poder, termino con el racismo.

Los conservadores tienden a ver el izquierdismo como una ideología o un sistema de creencias sobre lo que es mejor para la sociedad. Nada puede estar más lejos de la verdad; El izquierdismo es más como un culto, o una patología, y se basa en los deseos del individuo.

El tipo de persona atraída por el progresismo (es decir, la relajación de las reglas, las costumbres, los comportamientos y los estándares que busca el izquierdismo) no quiere nada más que destruir la civilización para que aumente su propio poder. Podemos recordar la raíz del mal como se describe en Génesis:

4 Y dijo la serpiente a la mujer: “No, no moriréis;’

5 es que sabe Elohim que el día en que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Elohim, conocedores del bien y del mal.”

6 Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno al gusto y hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él la sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio de él también a su marido, que también con ella comió. (Genesis 3, 4-6)

Consideran que es supremo el poder del individuo sobre la realidad, la cual refleja las necesidades objetivas de la existencia. Quieren derribar el marco objetivo que hace posible la existencia y reemplazarlo con el ego humano.

Saben que su grupo social los apoyará si declaran “igualdad para todos”, y el mismo grupo aplaudirá cada cosa sucia, solapada, hipócrita, engañosa, sádica y corrupta que se haga para lograr la igualdad. Estas personas solo se preocupan por sentir la sensación de poder y no piensan en las consecuencias de sus acciones. A las que no comenzaron siendo así, se les lavó el cerebro rápidamente.

En pocas palabras, la igualdad es egoísmo. El individuo quiere liberarse de las normas sociales y, dado que éstas reflejan un intento de adaptarse a la realidad con gracia, quiere rechazar tanto la realidad como la gracia. Para ellos, la igualdad significa que “nadie puede decirme que estoy equivocado”, y mucho menos hablar de algo tan prosaico y poco guay como la realidad. Isaac Asimov  diagnosticó esto de forma correcta:

El antiintelectualismo ha sido un hilo conductor constante en nuestra vida política y cultural. Ha sido alimentado por la falsa noción de que democracia significa que ‘mi ignorancia es tan buena como tu conocimiento’.

En cualquier otro aspecto, interpretaríamos “mi ignorancia es igual a tu conocimiento” como una declaración tanto de igualitarismo típico como de narcisismo típico. La raíz de la corriente izquierdista en Occidente es el solipsismo de Dunning-Kruger de las clases medias y  bajas. [El efecto Dunning-Kruger indica que los ignorantes no saben que lo son, pues carecen del conocimiento para evaluar su ignorancia]

Desean ser independientes de cualquier tipo de normas de comportamiento social. Todo lo que les importa son ellos mismos, y están dispuestos a unirse a una turba enfurecida para obligarte a aceptar esto. El colectivista tiene un deseo de individualismo en su corazón, y utiliza la multitud como una herramienta para imponer esto sobre ti y sobre cualquier otra persona que vea que esto es estúpido.

No se puede comunicar con los progresistas exigiendo que eviten la hipocresía o la paradoja. Para ellos, esas también son herramientas. Si les señalas que están siendo injustos, se deleitan mucho en ello, porque para ellos, toda injusticia utilizada como medio para conseguir la igualdad no solo es buena, sino mejor que cualquier método más lento.

Los republicanos siguen tratando de comunicarse con ellos utilizando un lenguaje republicano, pero al mismo tiempo, afirman las creencias izquierdistas:

Conservador: Ustedes creen en la igualdad, ¿verdad? ¿Cómo es que la igualdad acaba con las clases para estudiantes avanzados sólo porque no todo el mundo puede sacar buenas notas en ellas?

Progresista: Solo tendremos igualdad cuando todos tengan la misma nota. Dejemos de dar preferencia a las personas que, por accidente de nacimiento, son más inteligentes y más trabajadores.

Ni siquiera les afectará que se apele a la conservación de Estados Unidos, la humanidad, la civilización o la historia. Solo se preocupan por ellos mismos, y realmente no les importa nada si el resto del mundo arde. Tu progresista promedio cambiaría el mundo por su sofá, su bar hipster y su perfil de Instagram.

En otras palabras, no funcionará esa vieja táctica de “encontrar puntos en común” que te enseñaron en tu clase de “Introducción a la Administración de Empresas”. Solo hay una forma de hablar con los izquierdistas:

Progresista: Y este nuevo plan extenderá aún más la igualdad.

Conservador: No me importa.

Progresista: ¿Qué?

Conservador: Soy conservador. No nos interesa la igualdad. Nos gusta la estabilidad, el orden, la función y la moralidad. En ese entorno, a la gente buena le va bien y a la gente mala fracasa.

Progresista: ¿Cómo puedes decir eso?

Conservador: Puedo decir esto porque Dios, Sócrates y Darwin están de acuerdo en este principio. “Bueno a los buenos y malo a los malos”.

Progresista: ¿Pero qué pasa con la igualdad?

Conservador: ¿Qué pasa con el ratoncito Pérez? ¿El conejo de Pascua? Todas esas son solo proyecciones humanas.

Al final, solo hay una forma de comunicarse con los progresistas: señalar que nos necesitan. Sus vidas disfuncionales solo pueden existir si se basan en una sociedad funcional. Y para tener una sociedad funcional no podemos tener igualdad. Necesitamos jerarquía social, cultura, lógica, raza, fe, etnicidad y aristocracia.

Si observas esas voces conservadoras mencionadas anteriormente, verás que ese es el Rubicón que temen cruzar. Rechazar la igualdad significa rechazar todo el progresismo y, de hecho, decir que nos oponemos al progresismo. Así es: nuestro objetivo no es comprometernos con ellos, apaciguarlos o hacerlos felices. Es salvar al mundo de ellos.