Cada palabra que procede de la boca de Dios

Jim Blackburn

[Original en inglés aquí. Todas las citas bíblicas son de la Reina Valera 1960, la traducción protestante más popular en español, para que no haya sospechas de parcialidad en la traducción.]

Cuando estudiaba en la Universidad, era común que cada profesor entregara un temario que esbozaba y resumía su asignatura. Recuerdo un temario en específico, que incluía una frase parecida a la siguiente: «Asiste a clase todos los días y aprobarás esta asignatura». Pensé: «Esto parece bastante sencillo. De todas maneras, yo no falto a menudo a clase, así que supongo que tengo garantizado un aprobado fácil».

Pensé que podía asistir a clase todos los días y trabajar en las tareas urgentes de otras asignaturas. La clase podría convertirse en una especie de sesión de estudio para otras asignaturas, ya que todo lo que tenía que hacer para aprobar era «asistir» cada día. Incluso, cuando acabara las tareas, podría pasar algún tiempo en la clase reponiendo sueño atrasado. Si el profesor intentara suspenderme al final de curso, podría simplemente mostrarle su escrito, donde sus propias palabras me garantizaban un aprobado sólo por asistir.

Por supuesto, lo que pensaba era tonto. Había muchos requisitos para aprobar el curso. El llamamiento del profesor a asistir a clase sólo intentaba inculcar en los estudiantes la importancia que tenían sus explicaciones para aprender el contenido necesario para aprobar la asignatura. No era una garantía de aprobado. Pero, sin duda, el profesor tenía experiencia que aquellos que asistían a clase con regularidad tenían un porcentaje de aprobados mucho mayor que aquellos que no lo hacían.

Esta historia tiene paralelos en la apologética moderna.

Los versículos sueltos como «prueba»

Como un apologista del [sitio web] «Catholic Answers», a menudo hablo con no católicos que cuestionan varias doctrinas de la Iglesia Católica. No es raro que esas personas presenten un versículo de la Biblia – la «prueba» textual de lo que afirman. Creen firmemente que este versículo invalida la doctrina de la Iglesia que cuestionan.

Por ejemplo, cuando alguien cuestiona la doctrina de la Iglesia sobre la importancia de las obras en la vida de un cristiano, frecuentemente cita el siguiente versículo para refutar esa doctrina: «Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo» (Hechos 16:31).

Después de esto, hace comentarios que expresan que piensa que eso es todo – si crees en Jesús, es seguro que irás al cielo. Al fin y al cabo, la Biblia es la palabra inerrante de Dios: si eso es lo que dice la Biblia, entonces esto es todo lo que necesitamos saber. Así, si creemos, tenemos una garantía simple pero cierta de salvación.

Cuando oigo este argumento, no puedo evitar recordar el temario de mi universidad y preguntarme si la persona que lo usa se imaginará un día de pie ante las puertas del cielo con ese versículo en la punta de su lengua, listo para decir a San Pedro: «He creído en el Señor Jesucristo así que tengo la entrada al cielo garantizada». Entonces, San Pedro contestaría: «¿Qué hay de todo lo otro que dice la Biblia?». De hecho, en vez de Pedro, podría ser Jesús quien le diría: «Nunca te conocí; apártate de mí, hacedor de maldad» (Mateo 7:23).

¿Ves? Este es el peligro de entender erróneamente y citar inapropiadamente un versículo o pasaje de la Biblia sin considerar su significado completo en su contexto correcto. Esto es usar versículos sueltos como prueba de la peor manera.

Cuando explico los posibles riesgos de usar versículos sueltos como prueba, a veces uso como argumento un ejemplo obvio y extremo de esta técnica . Por ejemplo, según la Escritura: «No hay Dios».

Esto esto todo. Supongo que podemos cerrar nuestras biblias e irnos a casa ahora porque la misma Biblia nos dice que no hay Dios. Está justo ahí en el Salmo 14.

Por supuesto, si vuelves a abrir la Biblia y lees el versículo completo, el contexto revela un nuevo significado: «Dice el necio en su corazón: No hay Dios.» (Salmo 14:1; ver también Salmo 10:4, Salmo 53:1 y 2 Reyes 5:15). 

Las primeras seis palabras del versículo dan una interpretación completamente diferente a la frase suelta «No hay Dios»: ¡eres un necio si eso es lo que crees!

El contexto es vital

Lo primero a considerar cuando alguien cita versículos sueltos de forma incorrecta es el contexto inmediato en el que aparece este texto. Por ejemplo, en el caso de la persona que cita: «Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo» (Hechos 16:31), miremos este versículo en su contexto completo. (Hechos 16:25-34).

Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.

Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: «No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí».

El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?

Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.

Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.

Cuando leemos la historia completa en que aparece el versículo suelto, vemos que Pablo fue a enseñar el evangelio al carcelero y a su familia y, entonces, los bautizó a todos. Claramente, creer simplemente en Jesús no era todo lo que Pablo tenía en mente. En este contexto, creer incluye como mínimo ser bautizado. Probablemente es por esto por lo que Pablo les «habló la palabra del Señor», para enseñarles qué significa realmente creer en Jesucristo, es decir, seguir sus mandamientos.

Más que la suma de sus partes

A veces considerar el contexto inmediato de un versículo suelto no es suficiente para comprenderlo completamente. En ese caso, podemos citar otros versículos para demostrar que el pasaje original no se entiende bien de forma aislada.

Para ello, podría ser útil señalar  que Jesús, citando Deuteronomio 8:3, enfatizó la importancia de toda la palabra de Dios: «Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mateo 4:4). Si la Biblia es la palabra de Dios, entonces cada palabra de ella debe ser importante, y debemos considerar toda la Biblia por completo. Debemos ser cuidadosos de no separar sólo trocitos de ella para formular nuestra fe.

Volviendo al versículo suelto: «Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo», podemos buscar otros pasajes bíblicos que discutan también qué es lo que se requiere para la salvación, con el fin de ver el cuadro completo de lo que se necesita.

Por ejemplo, considera estos versículos:

  • «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.» (Mateo 7, 21).
  • «Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo» (Mateo 10, 22; ; ver también Mateo 24:13; Marcos 13:13).
  • «El que creyere y fuere bautizado, será salvo» (Marcos 16:16).
  • «Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente» (Lucas 13:3).
  • «El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.» (Juan 3:3)
  • «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero [último].» (Juan 6:54)
  • «Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.» (Romanos 10:9)
  • «Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.» (Romanos 10:13)
  • La fe sin obras es muerta (Santiago 2:20)
  • El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva […] por la resurrección de Jesucristo (1 Pedro 3:21)

Aislados como pruebas sueltas, se podría afirmar erróneamente que cada uno de estos versículos contiene todo lo necesario para la salvación: «Hacer la voluntad del Padre; perseverar hasta el fin; creer y ser bautizado; arrepentirse; nacer de nuevo; comer la carne de Jesús y beber su sangre; confesar que Jesús es Señor y creer que Dios le levantó de los muertos; invocar el nombre del Señor; tener fe viva con obras; ser bautizado». Muchos más versículos podrían añadirse a esta lista.

La verdad es que todas estas cosas son necesarias para la salvación y ninguno de estos versículos debería ser citado como una fórmula suelta. Para comprenderse por completo, todos ellos deben considerarse dentro del contexto de cada uno y del resto de la Escritura.

Confiar en la autoridad

Pero a veces, incluso considerar toda la Escritura puede no ser suficiente para corregir un versículo suelto usado incorrectamente como prueba. Esto es porque la propia Escritura no basta del todo  para entender la fe cristiana en su plenitud, porque la Biblia no contiene toda la revelación de Dios. Juan nos dice: «Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir.» (Juan 21:25).

Entonces, ¿cómo uno puede refutar un versículo suelto usado incorrectamente como prueba si la misma Biblia no basta para hacerlo? Si cada palabra de la revelación de Dios es importante y debe ser considerada, pero no toda ella está incluida en la palabra escrita de la Biblia, ¿dónde puede encontrarse? Es muy sencillo: se encuentra en aquellos a los que Dios encomendó la plenitud de su revelación – la jerarquía con autoridad de su Iglesia – a los que encomendó «la fe que ha sido una vez dada a los santos» (Judas 3).

En último término, si, usando la misma Escritura, no podemos tratar adecuadamente un versículo suelto, debemos confiar en la enseñanza de la Iglesia.

Así que, cuando alguien ofrece un versículo bíblico para demostrar un argumento que sabes que es incorrecto, primero considera el versículo en su contexto inmediato, después considera lo que otros versículos y la totalidad de la Escritura tiene que decir sobre el tema. Y, finalmente, confía en la enseñanza con autoridad de la Iglesia para resolver el asunto de forma definitiva.

Un comentario sobre “Cada palabra que procede de la boca de Dios”

  1. Estoy agradecida y fascinada con The Truthcounts, detalles lindos que me enamoran, el artículo lo he disfrutado pues algo que me molesta de la iglesia protestante es que mal interpretan y te aplican a ti versículos sueltos, o de «prueb» así como lo cita el artículo, yo tengo un texto que me había dejado marcada, en la vestidura de la mujer.

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