No te preocupes, esto era inevitable

William Wildblood

(Original en inglés aquí)

Es difícil ver cómo la civilización a la que perteneces se destruye a sí misma. Especialmente cuando esa civilización ha creado muchas cosas grandes y nobles y ha alcanzado alturas que civilizaciones anteriores no habían alcanzado,  tanto a escala humana (en arte y ciencia) como a escala espiritual (en religión). Y es desconcertante que tanta gente no vea esto, aunque sospecho que más personas comienzan a hacerlo a medida que la naturaleza suicida de nuestra civilización se vuelve cada vez más evidente y su comportamiento cada vez más absurdo. 

También es extraño que tantos miembros de esa civilización parezcan empeñados en arrastrarla al fango. Podríamos hablar de envidia y resentimiento. Estos son obviamente los principales impulsores de esta conducta destructiva, pero ¿son realmente suficientes para explicar la completa locura de gran parte del comportamiento actual? No creo que lo sean. Un gran número de personas en la era moderna sufre de un profundo desorden espiritual y sólo se puede especular qué lo ha causado. ¿Es el odio a sí mismo de los decadentes? ¿O es la rebelión contra Dios de los soberbios?

Y, sin embargo, aunque es difícil permanecer impasible viendo cómo las cosas empeoran día a día, disfrazadas de nuestra relativa prosperidad (pues la gente puede soportar muchas cosas si tiene el estómago lleno), es importante que no sucumbamos a la desesperación,. La mejor manera de evitar esto es darse cuenta de dos cosas. Uno, nada dura en este mundo. Todo pasa por un ciclo de primavera, verano, otoño e invierno. Así son las cosas en un mundo en el que la decadencia o la entropía es el telón de fondo de todo, como debe ser en un mundo material (ya que sólo el espíritu perdura).

Ahora estamos en pleno invierno. Entonces debemos darnos cuenta de que Occidente tenía los defectos dentro de sus cualidades. Durante un tiempo estas últimas dominaron, pero ahora han surgido los primeros y están derribando todo el asunto. Nuestra civilización contenía las semillas de su propia destrucción y ahora han brotado y las malas hierbas están ahogando las flores. La principal cualidad de Occidente era el fuerte sentido de un yo individual y la idea relacionada de libertad. En esto se ha basado nuestra civilización. Pero la desventaja de esta cualidad es el egoísmo y, más especialmente, la tendencia del yo a sacar a Dios de su trono e instalarse allí. Esto es lo que hemos hecho tanto colectiva como individualmente. La idea de que podemos rehacer la creación a nuestra propia imagen es una consecuencia de ello.

Occidente también dio origen a «la máquina» gracias a su exploración de las ciencias naturales. Esto tuvo los beneficios que conocemos, pero también fue un monstruo tipo Frankenstein que ciertamente se volvió contra nosotros. Materialmente milagroso pero espiritualmente mortal. ¿Habríamos estado mejor sin ella? Ésa es la forma equivocada de plantearlo. La llegada de la máquina tuvo que ser así, ya que todas las posibilidades deben resolverse por sí solas al final de una era como la que nos encontramos actualmente. Podríamos haber reaccionado mejor ante ello, pero que la conciencia se centrara cada vez más en lo material produjo, de alguna forma, que fuera inevitable.

El segundo baluarte contra cualquier desesperación que pueda surgir a medida que nuestro mundo se desmorona es darnos cuenta de que nuestro verdadero hogar no está aquí sino en el Cielo. Esta vida es una experiencia de aprendizaje. Sólo somos visitantes y el mundo es un puente, no un hogar.

Si estamos vivos ahora es porque estamos destinados a estar vivos ahora. Hay lecciones que podemos aprender y servicios que podemos prestar y quizás la más importante sea la que acabo de mencionar. Deberíamos valorar el pasado pero no podemos preservarlo porque nada en él puede durar para siempre.

Por otra parte, nada bueno, nada verdadero, puede perderse jamás. Todo lo bueno aquí no es más que un vago reflejo de una realidad en otros lugares. La perfección existe pero no está aquí. Este mundo es sólo para hacernos dignos de él. La civilización material de Occidente está pasando, pero todo lo bueno que hay en ella será recogido y absorbido en el Cielo.