El mal que viene

Bruce Charlton

Tomado de aquí 

Desde el comienzo del nuevo milenio, hemos entrado en la era de la dominación de[l demonio] Sorath, quien está reemplazando a Ahriman, como Ahriman reemplazó a Lucifer.

Lo que quiero decir es que el impulso ahrimánico [el mal que se ejerce por vías burocráticas], que es maligno en su manifestación fría, racional y sistemática, ha ido reemplazando durante los dos últimos siglos al mal luciferino («diabólico») más tradicional de la lujuria, el placer y la crueldad personales a corto plazo. Y ahora está siendo reemplazado, a su vez, por [el mal soráthico, es decir, el mal del demonio] «Sorath».

El arquetipo del mal ahrimánico está personificado por un burócrata manipulador que preside sobre una máquina estatal o corporativa de operaciones psicológicas, cárcel o muerte. Por el contrario, el mal luciferino se caracterizaría por un mal más inmediato: por ejemplo, los que golpean, violan y torturan personalmente a los prisioneros indefensos.

El punto de inflexión final de la victoria de Ahriman sobre Lucifer fue cuando el renacimiento luciferino de la década de los sesenta («sexo, drogas y rock and roll») fue capturado por la burocracia estatal, lo que condujo a un sistema penetrante e intrusivo de monitoreo y control de la corrección política.

Los líderes modernos son principalmente ahrimánicos y, a menudo, anónimos,  ocultos o personalmente tímidos; mientras que los líderes del viejo estilo eran a menudo gánsteres y piratas luciferinos que cultivaban una reputación de imprudencia y el placer de infligir crueldad. El mal luciferino ahora opera a un nivel bajo en [la jerarquía d]el Sistema: entre los tontos, subordinados y secuaces; mientras que los arquitectos gobernantes del mal tienen una naturaleza ahrimánica.

Los valores luciferinos fueron interpretados ​​y utilizados en una forma sistémica y materialista: su espontaneidad y placer desaparecieron. El «amor libre» y la promiscuidad indiscriminada se convirtieron en cursos obligatorios sobre perspectiva de género y en la amenaza [de ser acusado de] acoso sexual. La espontaneidad («Conéctate, sintonízate, abandónate» [que predicaba
Timothy Leary, el apóstol de la droga LSD durante los sesenta]) se transformó cada vez más en un mundo de comités, leyes, directrices y procedimientos; listas de verificación, formularios y comentarios, que proliferan continuamente …

Pero, desde alrededor de 2000; hubo un movimiento diferente hacia la forma más pura y absolutamente negativa del mal, que podría llamarse «soráthica» (adaptando la identificación de Rudolf Steiner de «Sorath» como el más extremadamente malvado de los seres).

El mal soráthico no se trata de placer [Lucifer] ni de control [Ahriman]; tiende a lo puramente destructivo.

El mal luciferino está motivado por el placer a corto plazo. El mal ahrimánico está motivado por la negación de Dios, la ceguera espiritual y el reduccionismo a un mundo sin sentido de procedimientos mecánicos. El mal soráthico está motivado por impulsos negativos – principalmente miedo, resentimiento y odio.

Por tanto, el mal soráthico tenderá a destruir tanto los placeres lujuriosos del mal luciferino como las complejas burocracias funcionales del mal ahrimánico.

Este es el mundo soráthico que habitamos en 2020.

Un mundo en que están prohibidos y castigados los deseos luciferinos del estilo de vida de sexo, drogas y rock and roll ; y también un mundo en el que el sistema global está siendo deshabilitado y destruido, incluso mientras sus arquitectos ahrimánicos están tratando de perfeccionarlo con los grandiosos planes de El Gran Reinicio / Agenda 2030.

En 2020, observamos que todas las instituciones modernas, corporaciones y todo tipo de burocracia están disminuyendo rápidamente en eficiencia y eficacia, bajo la presión de una cultura cada vez mayor de miedo, victimología, resentimiento y reclamaciones de derechos.

Sorath divide a la Humanidad en cada vez más grupos autoidentificados de víctimas, que son cada vez más pequeños. Cada uno de estos grupos está  resentido de los otros y enfrentado a ellos. El objetivo final es que cada persona se sienta sola, consumida por sentimientos de que se le han negado sus derechos y de que odia al mundo. Que cada persona viva con el miedo permanente de todo un mundo de otros individuos, cada uno de las cuales siente por la persona el mismo resentimiento y odio que ella siente por ellos.

Y luego, con el tiempo, la intención de Sorath es que todos, sin excepción, mueran de miedo y desesperación.

En esto vemos que Sorath enfrenta a Lucifer y a Ahriman  para debilitar y destruir a ambos. Se frustra todo lo que da placer. Se reduce al caos todo lo que se ha creado y que es complejo o funcional.

«Caos» es, de hecho, la palabra clave. En última instancia, Sorath es impulsado por el resentimiento dirigido contra Dios y contra todas sus obras; y contra el hombre como un ser creador amoroso y contra todas sus obras. Sorath quiere reducir la creación a un estado primordial de caos.

Y luego, cuando todo lo demás haya sido destruido, destruirse a sí mismo como un acto de despecho contra el Dios que lo creó.

Esa es la fantasía de Sorath.

[Nota del traductor: lo que describe el autor de Sorath queriendo destruir la creación y destruirse a sí mismo, es una de las imágenes tradicionales de Satanás]


Chent comenta:

El mal soráthico me recuerda a «El nihilismo de la destrucción» del P. Seraphim Rose.

https://www.oodegr.com/english/filosofia/nihilism_root_modern_age.htm

No veo estos tres males como independientes. Lucifer enseña a la gente a ser egoísta. Este egoísmo produce el caos (una lucha de todos contra todos), que es el mal soráthico. Para evitar el caos, se debe implementar el totalitarismo (Ahriman).

Lo veo como una carrera armamentista. Para evitar el caos soráthico, el totalitarismo de Ahriman tiene que crecer más rápido de lo que crece el caos soráthico. Hasta hoy, esto era cierto porque la gente conservaba un poco de inercia cristiana. Por eso las últimas décadas han sido la era de Ahriman.

Pero, a medida que las nuevas generaciones se alejan del medio cultural cristiano, el caos soráthico aumenta mucho más rápido que el totalitarismo de Ahriman. Por eso el futuro pertenece a Sorath.