La motivación de la izquierda

Como se combinan el resentimiento y el auto-odio y como un teórico sacrificio grupal a largo plazo justifica el egoísmo a largo plazo.

Por Bruce Charlton

[Traducido del original inglés en https://charltonteaching.blogspot.com/2019/02/leftist-motivation-how-resentment-and.html . Comentarios del traductor entre corchetes.]

La psicología de la izquierda es sencilla y extremadamente efectiva. Debe ser sencilla, porque es casi universal; es casi universal porque es tan efectiva.

(En Occidente, casi todas las personas que se supone de derechas, y toda la derecha mayoritaria, son solamente variaciones de la izquierda – sólo una pequeña minoría de personas religiosas no son de izquierda).

Hay dos aspectos de la motivación de la izquierda: uno es el aspecto egoísta y el otro es el aspecto que proporciona una apariencia de moralidad. Ninguno de los dos funcionaría bien por separado.

Si la izquierda fuera solamente egoísta, no sería un éxito – la clave de la izquierda es que permite a la gente ser egoísta y, al mismo tiempo, sentirse bien siendo egoísta. De hecho, se sienten más altruistas que los demás. Pero si la izquierda fuera altruista de verdad, buscando el sacrificio propio a un nivel inmediato y personal, no sería popular.

Para comenzar, la izquierda crea, moviliza y amplifica el resentimiento – la guerra de clases, la guerra de los sexos, el odio racial y los resentimientos de aquellos con una sexualidad no normal. Como el resentimiento es el pecado humano más común y más insaciable, esta formalización es muy potente. Cuando se anima a la gente a tomar represalias contra sus enemigos, pocos pueden resistirse.

El resentimiento define el enemigo aceptable, el chivo expiatorio – es decir, el individuo o grupo que debe ser despojado de estatus, poder o recursos [los ricos, los hombres, los blancos, los heterosexuales]. La izquierda se basa en identificar esas víctimas, quitarles sus activos y usar los activos para comprar y pagar partidarios (guardando una parte para los líderes).

La izquierda presenta este acto de coacción o violencia como si fuera un acto de altruismo, usando sus múltiples (y a menudo elaboradas) teorías – que se reducen en definitiva a la idea que es siempre bueno quitarles a los malos y dar (algo de) lo que se obtiene a los buenos.

A lo largo del tiempo, la izquierda ha modificado (y, a veces invertido) las definiciones de bien y mal – pero, los que se consideran buenos (según una definición u otra) pueden esperar ser recompensados con parte de lo que se ha quitado a otros y, por ello, tienen un interés propio directo en una u otra versión de la izquierda. [Por ejemplo, las mujeres en el feminismo, las minorías étnicas en el multiculturalismo, etc.]

Además, la izquierda ha desarrollado una justificación moral poderosa del hecho de que es egoísta y piensa en el corto plazo. Lo justifica en términos de altruismo teórico lejano en el espacio y el tiempo. De nuevo, esto es producto de las teorías [políticas] abstractas [izquierdistas], que son el trabajo de los intelectuales izquierdistas.

El fundamento de la izquierda es el auto-odio – y esto es muy importante: de hecho vital para su éxito a largo plazo. El auto-odio es la moral profunda de la izquierda.

Esto quiere decir que los líderes izquierdistas pueden convencerse a ellos mismos de su propio altruismo por el hecho de que, a menudo, argumentan contra sus propios intereses grupales a largo plazo.

Los izquierdistas de clase alta etiquetarán a su propia clase como malvada (casi todos los líderes izquierdistas, pasados o presentes, provienen de las clases altas). Los hombres serán feministas. Las personas nativas blancas denigrarán a la población nativa blanca. Los casados con familias serán partidarios de la revolución sexual…y así sucesivamente.

Es este auto-ataque, este auto-odio suicida, lo que asegura al izquierdista que tiene unos altos valores morales – y lo que demuestra (al menos a sí mismo) que no es solamente un egoísta.

Sin embargo – y este es otro aspecto vital – se desplaza el auto-odio suicida. El izquierdista ataca su propia clase, sexo, raza (y etiqueta a este grupo como explotador malvado) pero no a él mismo. Pide que su clase/sexo/raza renuncie a su estatus, poder y riqueza – pero no él mismo … al menos, no aquí y no ahora.

El líder izquierdista desplaza el sacrificio lejos de sí mismo y hacia el futuro y, a menudo, a otros lugares. Así que el eslogan izquierdista es «No a mí, No aquí, No ahora»… Argumentará que «Las personas como yo deberían dejar sus trabajos a minorías – pero no yo». O el líder izquierdista afirmará que un pobre, una mujer o un inmigrante debería tener preferencia en los trabajos – pero esto no aplica a mi trabajo, aquí y ahora.

(La excusa común es que «me permitiré conservar mi estatus, poder o riqueza un poco más – hasta que acabe mi trabajo importante de redistribución izquierdista». Para un líder de la izquierda; cuando la utopía llegue, cuando «el sistema» sea justo, será el mejor tiempo para ceder el privilegio; antes de ello sería inútil o prematuro…Por lo tanto, todos los líderes de la izquierda son hipócritas, todos son colaboracionistas, todos son traidores y vendidos – viene con la descripción del puesto de trabajo) [El último ejemplo es Pablo Iglesias]

Así que esta es la psicología que ha llevado a que la izquierda tome el poder en el mundo. Es egoísta (y, por lo tanto, es muy popular); y es moral (lo que la hace todavía más popular).

Pero, de forma crucial para el éxito de la izquierda, el egoísmo es próximo, directo, inmediato; mientras el sacrificio moral altruista es abstracto, impersonal y remoto. 

(Nota: todo lo anterior es una característica necesaria e intrínseca de la izquierda, porque esta es de este mundo y niega Dios y la creación. Si piensas en ello; en un mundo sin sentido, en el que la muerte es la extinción del individuo, la moral sólo puede ser una variante de lo que se ha descrito más arriba)