Historia del felinismo

Érase una vez un país lejano en el que el Director General de Caninos decidió que los gatos se comportaran como perros, pues eso le daba más poder. Le dijo a los gatos que la única vida que valía la pena ser vivida era la de perro (ladrar, cazar, correr tras las pelotas y babosear ante el amo) y que todos los comportamientos tradicionales de los gatos (maullar, cazar ratones, reposar con dignidad indiferente) eran cosas despreciables y que sólo estaban ahí porque los perros los habían oprimido por milenios. Que su liberación consistía en rechazar sus comportamientos gatunos para ser mejores perros que los mismos perros. A esta doctrina de ensalzar sólo lo perruno y despreciar lo gatuno se le llamó, para que los gatos y otros felinos la aceptaran, Felinismo.

Los gatos se lanzaron con entusiasmo a una doctrina que parecía que les favorecía pues llevaba su nombre. Pronto vieron que los perros no llevaban la vida de privilegio que ellos habían pensado y que cazar liebres no era tan divertido como parecía, sino un gran estrés y un gran abuso del amo. También dedicándose a actividades de perros, los gatos dejaban de hacer las actividades que más les gustaban. Todo esto hizo que los gatos fueran cada vez más infelices yendo contra su naturaleza y las encuestas demostraron una caída de su felicidad durante las últimas décadas.

Lo que es peor: los gatos no conseguían hacer actividades tradicionales de perros igual de bien que los mismos perros. En todas las actividades de perros, los gatos quedaban (en media) peor que los perros. A eso se le llamó «Discriminación por especie», «Brecha perrunal». El Director General de Caninos les dijo que el motivo de que los gatos no fueran mejores perros que los perros es que los perros los oprimían (a veces usaba el término «el caninado», una teoría de la conspiración que sonaba más fina). Los gatos comenzaron a detestar a esos perros opresores y sentirse víctimas de ellos, lo que les hacía dependientes del gobierno. Se crearon ONGs que vivían denunciando la opresión perruna sobre los gatos, observatorios, oficinas, días conmemorativos. Los gatos estaban cada vez más infelices y enfadados. Los perros se preguntaban donde estaban sus amigos. El Director General de Caninos reía y reía, viendo qué fácil los había manipulado a todos.