Dos conceptos de democracia

Vaya por delante que creo que la democracia es una mentira con la que nos oprimen, pero no entraré en esto. La discusión entre tu y Marc se da porque tienen conceptos diferentes de democracia.

La democracia tiene dos conceptos principales: las votaciones y la ley. De las dos, el segundo es el más importante. Al pueblo sólo le deja elegir en muy contadas ocasiones sobre temas limitados, que después no se hace caso muchas veces y siempre limitado por la ley. Entre las votaciones y la ley, la ley domina. No se puede votar cuando la ley no permite (muchos quisieran votar de nuevo sobre Trump o el Brexit), en temas que la ley no permite (por ejemplo, discriminar a los judíos), ni de forma que la ley no permite (esto de meter urnas en la calle y votar sin garantías, va a ser que no).

Pero esto no es como se vende la democracia. La retórica y la propaganda es que la democracia es la voluntad del pueblo. Es decir, que si el pueblo quiere algo, tiene derecho a conseguirlo. Es decir, como si sólo existieran las votaciones y no la ley. Esto nunca ha sido verdad ni lo será, en ninguna democracia.

Marc ha creído la retórica de la democracia (que es la voluntad del pueblo, etc) así que dice «¿si votamos y somos el 51% por qué no se nos da la independencia?». Tú te opones desde el respeto a la ley. Así, cuando habláis de democracia, habláis de cosas diferentes. Marc habla de la retórica, tú hablas de algo más real (tampoco de la realidad, porque lo tuyo también es propaganda pero una propaganda más realista, pero dije que no hablaría de esto).

Sobre la imposibilidad de convencer a otro

«¿Para qué seguir?
Nadie podrá convencerte, ni con documentos (son falsos) ni con experiencias personales (no son ciertas) hasta que tú decidas tomarte la pastilla.»

Este es el drama del ser humano. Es imposible convencer a otro, aun teniendo la verdad, aun teniendo todos los argumentos, porque 1) el hombre no es sólo racional sino también emocional 2) la razón del hombre es imperfecta y se puede defender una cosa y la contraria (Kant estudió esto y en la tradición cristiana decimos que la razón está «caída»).

Lo máximo que puedes hacer (y es un gran éxito) es dar un empujoncito a alguien en dirección a la verdad. Sólo si él se deja y está receptivo. Por eso, el viejo proverbio Zen “Cuando el Alumno Está Preparado, Aparece el Maestro” es falso. El maestro siempre ha estado ahí, lo que pasa es que el alumno no quería escuchar.

Sobre la igualdad

No creo en la igualdad. Supongo que esto me hace un hereje y que me quemen en la hoguera. La igualdad es como los unicornios: algo inexistente en la realidad y sólo lavados mentales de cerebros permiten que creamos que existe.

El hecho de que no hay dos personas iguales no merece discusión. Pero tampoco hay esa igualdad de derechos que tanto se pregona. Me explico.

Delante de cualquier situación legal, la ley debe aplicar un criterio para saber qué personas tiene derecho a ciertas cosas y cuáles no. Por eso, toda ley hace a las personas desiguales. Así, por ejemplo, la ley que dice que debe aprobarse con un 5 hace a las personas inteligentes desiguales de las que no lo son. La ley de apoyo a las embarazadas discrimina a las mujeres de las que no lo están. Las normas que rigen la selección de fútbol discrimina a las personas no atléticas de las que son. Toda ley es un instrumento de discriminación. La Constitución española discrimina a los españoles de los extranjeros y así hasta el infinito.

Obviamente, cada ley discrimina según ciertos criterios y no según otros criterios. Por ejemplo, la ley del aprobado (por llamarla así) discrimina las personas inteligentes de las que no lo son, pero no discrimina por sexo. En cambio, en otras situaciones legales, sí se discrimina por sexo (por ejemplo, las selecciones olímpicas son diferentes para hombres y para mujeres, por lo que hombres con las mismas capacidades atléticas están discriminados respecto a las mujeres).

Para los criterios en que una ley o una situación no discrimina, se puede decir que las personas son iguales ante esa ley. Así, para la ley del aprobado, hombres y mujeres son iguales pero no pasa con la ley de la selección olímpica o de la ayuda a embarazadas (en este caso, hombres y mujeres no son iguales delante de esas leyes).

Decir que todos somos iguales ante la ley (así, en general, donde «ley» significa «todas las leyes del país») es absurdo, porque justamente cada ley nos hace desiguales. Es como decir, el triángulo cuadrado.

¿Por qué tiene tan buena prensa la igualdad inexistente? Bueno, además del lavado de cerebro constante, es porque hay un movimiento de «cambiazo». Realmente, cuando nos están vendiendo la igualdad, nos hacen creer que, si no hay igualdad, es injusto.

Por qué realmente lo que tiene que ser la ley no es igual, sino justa. Es injusto tratar gente diferente de manera igual (por ejemplo, en las selecciones olímpicas, porque las mujeres no son tan buenas atletas como los hombres). La justicia consiste en cada situación definir criterios que se tendrán en cuenta para discriminar (que es lo que hace la ley), pero que estos criterios sean justos. Sería injusto discriminar aprobados por sexo o por estar embarazada, pero es justo discriminar la selección olímpica por sexo o las ayudas a embarazadas por estar embarazada.

Igual que cuando te venden gato por liebre, nos venden la igualdad como si fuera justicia, pero lo que realmente lo que quiere el humano delante de la ley es justicia, no igualdad. Así nos la meten doblada. Con la excusa de la igualdad, algunos grupos hábiles en jugar este juego (y patrocinados por el poder) acceden a recursos que no les corresponden por justicia, privando de estos recursos a la gente que sería justo dárselos. Por ejemplo, en nombre de la igualdad, negros menos inteligentes acceden a Harvard, cuando blancos más inteligentes son rechazados. El poder tiene interés en jugar este juego de la igualdad pero esto ya es otra historia.

Sobre la naturaleza humana según la modernidad

Definitivamente, el mundo moderno se basa en dos hipótesis (que se contradicen una con la otra y falsas las dos).

Hipótesis 1. El ser humano es infinitamente maleable. Es una página en blanco. No hay naturaleza humana ni son importantes los componentes genéticos, sino que todo es cultural. A esto se le llama «tabula rasa» o «blank slate» en inglés. Y es completamente falso (la ciencia lo ha desmentido en miles de ocasiones. Para una introducción, leer el libro de Steve Pinker «La tabla rasa» (the blank slate).

Conclusión de la hipótesis 1. Todos los males del mundo pueden ser remediados cambiando al ser humano a través de la educación. Por ejemplo, cuando un refugiado de 16 años viola a una encargada de catering en Europa del Norte, los responsables del centro se extrañan y dicen: «Pero si él había asistido a los cursillos donde les decíamos cómo tratar a las mujeres en Europa». Atónitos.

Los que crearon la democracia y eran bien intencionados (que eran los menos, pues fue todo una estrategia para obtener poder) imaginaron una república de filósofos: una sociedad en que cada persona analizaría de forma racional las opciones políticas y votaría a la que le pareciera mejor. Además, creyeron que los votantes votarían de forma libre, sin ser influidos por las mentiras y la propaganda de los medios. ¿Qué porcentaje de personas hace esto? ¿Un 1%? ¿Un 5%, siendo muy generosos? La mayoría de gente vota porque su familia es de derecha o izquierdas, porque todos sus conocidos votan así, porque la tele le dice el candidato que debe votar, porque se cree que es bueno votando a la izquierda, o se cree que la izquierda va a favor de los pobres o porque el candidato es guapo (Suárez, Felipe, ZP) o porque está contento o descontento sobre su vida.

Cuando esto no salió, la solución estaba preparada: educación. Pero la educación ha pegado un salto espectacular en las últimas décadas y la gente sigue votando por las mismas razones. Lo que la natura no da, Salamanca no lo remedia. Hay carácteres genéticos que impiden que la persona media sea un filósofo. Esto no la hace menos valiosa (tiene otros puntos fuertes) pero sí que no se pueden pedir peras al olmo. Esto es una consecuencia de la falsedad de la hipótesis 1.

Hipótesis 2. El ser humano es bueno por naturaleza (es la negación de Rousseau del pecado original). Fíjaos que esto se contradice con la hipótesis 1, que dice que el hombre no tiene naturaleza sino que es maleable y sin forma, como la plastilina.

Conclusión de la hipótesis 2. Como el hombre es bueno, son las estructuras (la sociedad, el sistema político y económico, las instituciones, etc) las que producen el mal. Por lo tanto, hay que cambiar las estructuras (ya sea por reforma o por revolución). (A Rousseau nunca se le ocurrió como personas tan buenas pueden producir estructuras tan malas).

Obviamente, las dos hipótesis no sólo se contradicen entre sí si no que son falsas. El hombre es una mezcla de bien y mal y no es infinitamente maleable. Es cierto que la educación y el cambio de sistema político pueden tener efectos positivos y, por ello, deben estudiarse, pero no hay que tener excesiva fe en ninguno de ellos, pues tienen sus limitaciones.

Es por eso que no creo que la educación sea la solución (las últimas décadas han demostrado esto). Pero tampoco creo que cambiar el sistema político sea la solución.

En mi opinión, aunque es bueno pensar en como mejorar la educación y el sistema político, no hay alternativa a trabajar sobre la persona, sobre los valores. Hay que inculcar una moral a los niños. Esto no es trabajo de la escuela, sino de la familia y de toda la sociedad. «Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará.» Proverbios 22:6. Para un pueblo que es moral, cualquier sistema político es bueno. Para un pueblo que no es moral, cualquier sistema político es malo.

La sociedad española ha estado inyectando egoísmo a las nuevas generaciones. Lo de la moral es un cuento de viejas, disfrutemos la vida, que mañana moriremos. Se abandona la estrategia tradicional en la historia de que el ser humano debe esforzarse para ser mejor moralmente (eres pecador y debes esforzarte por pecar menos, según la tradición cristiana, aunque otras tradiciones llegan al mismo lugar por otros caminos).
 
Ahora el ser humano debe esforzarse en conseguir todo lo que quiere su egoísmo, sentirse bueno y tirar las culpas a otros y a la sociedad. Yo soy bueno haga lo que haga, los malos son los otros y el sistema. Es una lucha de todos contra todos por ver quién consigue un pedazo más grande del pastel aunque tenga que dejar al otro sin nada.
 
Así nada puede ir bien y vemos que, conforme la inercia de las viejas generaciones se va apagando, las cosas cada vez van peor.

Sobre el día del orgullo gay

No necesitamos un día del orgullo hetero. Nos sentimos bien con lo que somos, así que no necesitamos metérselo por el c**lo a los otros con espectáculos de mal gusto para sentirnos bien con nosotros mismos.

Comenzaron diciendo que sólo querían ser tolerados, que el Estado no debía ponerse en lo que hacían libremente dos adultos. Reconozco que me engañaron y estuve a su favor. Una vez se les dejó esto, comenzaron a querer cambiar las leyes para que lo nunca había sido matrimonio (ni lo será nunca), se llame «matrimonio» y tenga los mismos derechos legales que el matrimonio. Una vez consiguieron esto, comenzaron a crear leyes contra la LGBTIfobia y querellarse contra curas porque condenaban la homosexualidad ante sus fieles, siguiendo la doctrina cristiana. O prohibir autobuses que dan opiniones contrarias a las suyas ¿Pero cómo quedamos? ¿No tenía el Estado que quitarse de lo que hacían libremente los adultos? Los que comenzaron pidiendo tolerancia, se han convertido en unos fanáticos totalitarios, que sólo quieren prohibir a todos los que no piensan como ellos.

Toda esa voluntad totalitaria responde a una inseguridad interna. La voz de la conciencia no les deja en paz y piensan que, si todos les aplauden, acabarán sintiéndose bien con ellos mismos (si estuvieran seguros de sí mismos, les importaría un bledo lo que dijeran los otros). Así, que para acallar esa voz interna y conflicto interior, acabarán con la libertad de expresión y obligarán a todos los que discrepan a callar o ser castigados. Pero aún así no conseguirán sentirse bien con ellos mismos, aunque destrocen la sociedad intentándolo.

Nosotros no necesitamos eso. ¿Qué quieren dar un espectáculo todos los años en que muestran su vulgaridad, angustia, intolerancia y mal gusto? A nosotros no nos importa, estamos seguros de nosotros mismos.