Teoría de los dogmas (I): Por qué las religiones y sociedades tradicionales no cambian mucho

1. Introducción

Una cosa que sorprende de la religión oficial actual de Occidente (el progresismo o liberalismo, derivado de la Ilustración) es su cambio constante de doctrina. Doctrinas que eran impensables hace apenas 20 años ahora son completamente obligatorias y resulta impensable ir en contra de ellas o siquiera expresar matizaciones. Sólo se considera aceptable la aceptación completa, sin reservas y con entusiasmo de estas nuevas doctrinas.

Sin embargo, las religiones tradicionales han durado miles de años y no tienen esos cambios tan acentuados. No es que las religiones tradiciones no cambien, pero lo hacen de forma lenta y dentro de unos ciertos parámetros.

Esta diferencia merece una explicación. Aquí se explicará por qué las religiones tradicionales no cambian mucho. El tema de por qué la religión progresista cambia tan rápidamente se deja para un próximo escrito.

2. Por qué las religiones tradicionales no pueden cambiar con facilidad

Comenzamos con el motivo del poco cambio en las religiones tradicionales. Las otras religiones no cambian tan rápidamente porque tienen estructuras fijas que no puedes modificar sin salirte de la religión.

Estas estructuras fijas de las religiones incluyen la doctrina (es decir, la teoría, metafísica, el «es» de Hume) y la práctica (es decir, la ética o el «debe ser» de Hume).

Estas estructuras fijas son los dogmas, los textos sagrados, la tradición y las interpretaciones autorizadas por la historia de la religión.

Así, por ejemplo, en la religión católica, tenemos los dogmas establecidos por los Concilios, la Biblia (texto sagrado), la tradición de la Iglesia y todas las interpretaciones autorizadas que los Papas, Concilios y eruditos cristianos han hecho a lo largo de la historia.

En el Islam teniemos los seis dogmas de fe, el Corán (como texto sagrado), los hadices (como tradición) y, como interpretaciones autorizadas, las escuelas de jurisprudencia islámica junto con los productos de los estudiosos islámicos clásicos.

Para simplificar, a todas estas estructuras las llamamos «dogmas». Llamaremos dogma a toda parte de una religión que no se puede cambiar o prescindir sin abandonar la religión. Estos dogmas son los pilares sobre los que se construye el edificio de la religión y no pueden cambiarse (o su cambio es extremadamente difícil).

Así, en una religión tradicional, no hay una libertad total para cambiar la religión, sino que las estructuras fijas (los dogmas) hacen que el cambio sólo sea dentro de unos ciertos parámetros.  Si la religión fuera un perro, estaría atado a un poste y, aunque la cuerda que lo ata puede ser larga, no puede ir mucho más allá del poste. Es por eso que el cambio de doctrina en las religiones tradicionales es lento y siempre dentro de unos ciertos límites.

3. Por qué los dogmas son inevitables

El hombre moderno (es decir, corrompido por nuestra religión progresista actual) ve todo este aparato dogmático como una esclavitud intolerable y como un estorbo en la búsqueda de la libertad y de la verdad. ¡Qué retrasados eran los antiguos que se sometían a la mano muerta del pasado! Nosotros ahora podemos ir donde la evidencia nos lleve. Podemos dejar esas antiguallas de los dogmas y usar nuestra razón para encontrar la verdad.

¿Pero es realmente así? No. Por dos razones: los dogmas son inevitables y los (buenos) dogmas funcionan.

Centrémonos en la primera razón. Seguramente, quien lea estas líneas pensará que el mundo moderno no tiene dogmas, pero esto es imposible: siempre se necesitan unas premisas con las cuales interpretar la realidad. Estas premisas no pueden ser demostradas porque, si no, la demostración sería infinita.

La cadena de demostraciones: «¿Por qué A? Porque B. ¿Por qué B? Porque C ¿Por qué C? Porque D…» no puede ser infinita. Por ello, debe acabar en alguna razón no demostrada para no ser infinita y esta razón no demostrada es el dogma.Como dijo G.K.Chesterton, «en realidad, sólo hay dos tipos de personas, las que aceptan un dogma y lo saben y las que aceptan un dogma y no lo saben».

4. Los dogmas de las religiones tradicionales codifican la ley natural

Centrémonos en la segunda razón. Pero, ¿los dogmas no limitan la búsqueda de la verdad? ¿No producen errores al evitarnos ir donde la evidencia nos lleve?

El hombre moderno olvida que, aunque cualquier religión tradicional puede contener errores, sólo a la religión progresista moderna (que se jacta de no tener dogmas) se le han ocurrido absurdos como que una persona es una mujer aunque tenga cromosomas XY en todas las células de su cuerpo. O que los hombres y las mujeres son biológicamente iguales en todos los aspectos de la personalidad, lo que ha sido desmentido por la ciencia y por cualquiera que abra los ojos. O que sea buena idea fomentar la promiscuidad sexual y la destrucción de la familia.

Los dogmas son, en realidad, principios con los cuales interpretamos la evidencia (más de esto en otro escrito) y que limitan la cantidad de error en el funcionamiento práctico de las sociedades.

En efecto, es cierto que los dogmas pueden contener errores . Cuando el cristianismo dice que «Jesús es Hijo de Dios» mientras que el Islam dice que «Jesús no es Hijo de Dios sino sólo un profeta», es evidente que alguno de los dos se equivoca (o bien se equivocan los dos). Y basándose en este error en los dogmas, se pueden derivar otros.

Sin embargo, estos errores normalmente quedan en el plano espiritual. En el plano social o práctico, todas las religiones convergen en unos parámetros similares,  siempre dentro de un margen de error.

Así, como dijo C.S.Lewis, hay culturas en las que tener varias mujeres se considera bueno y hay culturas en las que tener varias mujeres se considera malo. Sin embargo, no hay ninguna cultura en la que acostarse con la mujer de otro hombre se considere bueno.

Al conjunto de estas normas éticas prácticas que comparten todas las culturas se le llama «la ley natural» o «la ley moral» (C.S.Lewis lo llamaba «el Tao»).  Por contraste, a la ley que está en los libros jurídicos y que el Estado hace cumplir, se le llama «ley positiva».

La ley natural es el mínimo común denominador de las normas religiosas.  A la ley natural, se añaden otros aspectos prácticos específicos de cada religión (por ejemplo, el cristianismo puede prohibir la poligamia y el divorcio, mientras el islam los permite) y de cada sociedad (por ejemplo, hay que cumplir la Constitución española), pero no nos detendremos aquí en esto, porque nos enfocamos en lo que las culturas tienen en común.

Como dijeron, entre muchos otros, San Pablo e Immanuel Kant, esta ley natural está impresa biológicamente en cada persona (a esta impresión biológica la llamamos «conciencia»). Para más detalle, consultar aquí

En resumen, no hay ninguna religión cuyos dogmas no favorezcan la familia, la compasión, la falta de egoísmo, el deber, la falta de usura, etc. Dicho de otra manera, no hay ninguna religión que no favorezca la ley natural (siempre dentro de unos márgenes de error).

5. ¿Por qué los dogmas de las religiones tradicionales codifican la ley natural?

¿Cómo puede ser que las consecuencias de los dogmas sean las mismas para todas las religiones (la ley natural) si los dogmas de las religiones son tan diferentes entre sí?

Es por un proceso parecido a la selección natural, que podemos llamar «selección cultural». Si los dogmas de una religión no llevan a aplicar la ley natural, la sociedad que adopta esta religión no aplica la ley natural y no sobrevive, pues la ley natural es el conjunto de los requisitos mínimos para que funcione una sociedad. Cuando muere la sociedad, muere la religión que la adopta. De esta manera, sólo sobreviven las religiones cuyos dogmas afirman la ley natural.

Así, una religión que vaya contra de la familia y la natalidad (como la progresista), producirá una sociedad incapaz de reproducirse, que será conquistada por otras sociedades vecinas, que siguen la ley natural. La religión (progresista) de la sociedad conquistada morirá con ella. Los historiadores del futuro se preguntarán por qué todas las religiones tienen, en grandes líneas, la misma moral, que coincide con la ley natural (con márgenes de error). En realidad, las sociedades que no siguieron la ley natural, no pudieron sostenerse, perecieron y no dejaron restos.

Un ejemplo ilustrativo es el budismo. El budismo predica que el mundo es una ilusión y que las almas individuales son también una ilusión, pues sólo existe el Absoluto (una especie de Dios impersonal que es lo mismo que el universo). Además cada uno recibe lo que merece (karma), en esta vida o en las siguientes vidas que hay después de las rencarnaciones, por lo que todo sufrimento es merecido y además necesario para alcanzar el Nirvana (la unión con el Absoluto que es el objetivo máximo del budismo).

Con una cosmovisión así, está claro que la ley natural no tiene sentido. Lo que es más: ninguna moral tiene sentido. ¿Por qué debo ayudar al necesitado si 1) no existe 2) las otras personas no existen 3) el sufrimiento es una ilusión 4) la persona que sufre está pagando un justo castigo que, además, lo acerca al Nirvana?

Si embargo, el budismo enseña que hay que comportarse de manera moral y compasiva, según la ley natural (es el «sila» del Noble Camino Octuple). Si no enseñara esto, la religión no hubiera sobrevivido, pues las sociedades que  hubieran adoptado el budismo hubieran perecido. Así, el precio que paga el budismo para sobrevivir es ser contradictorio con sí mismo y, más específicamente, que la doctrina («es») y la ética («debe ser») del budismo se contradigan entre sí (mientras que la doctrina es nihilista, la ética se basa en la ley natural).

Así, si la cultura fuera un animal, los dogmas de la religión serían el código genético o ADN. El código genético de un perro y de una mosca pueden ser muy diferentes, pero los dos tienen que tener las mismas consecuencias: alimentarse, reproducirse, huir de los depredadores, etc, pues, si no, el animal no sobreviviría.

De la misma manera, los dogmas del budismo theravada pueden afirmar que los dioses no importan mientras que los dogmas del cristianismo puede afirmar que Dios es lo más importante. Pero los dogmas del budismo y del cristianismo afirman  que la gente debe construir familias, dedicarse a la compasión, comportarse sin egoísmo, etc. Las consecuencias sociales son parecidas: es la ley natural, lo que permite sostenerse a la sociedad que adopta los dogmas del budismo y a la sociedad que adopta los dogmas del cristianismo.

Como dice C.S.Lewis (recordemos que él llama «Tao» a la ley natural y «sistemas de valores morales» a las diferentes éticas de las diferentes culturas e ideologías):

El Tao, que otros pueden llamar Ley Natural o Moralidad Tradicional o los Primeros Principios de la Razón Práctica o los Primeros Lugares Comunes, no es un sistema [específico] de valores [morales] entre un conjunto de posibles sistemas de valores [morales].

[Por el contrario, el Tao] es la única fuente de todos los juicios de valor [es decir, de los juicios morales]. Si se rechaza [el Tao], se rechazan todos los valores [morales]. Si se retiene algún valor [moral del Tao], este se retiene.

Es contradictorio el esfuerzo por refutar el Tao y elevar un nuevo sistema de valores [morales] en su lugar.  [Por ello,] nunca ha habido, y nunca habrá, un sistema de valores [morales] radicalmente nuevo en la historia del mundo.

Los supuestos nuevos sistemas [de valores morales] o … ideologías … consisten todos en fragmentos del mismo Tao, arbitrariamente arrancados del todo, aislados de su contexto y luego hinchados hasta la locura. Pero aún así, toda la validez que puedan tener la deben al Tao y sólo al Tao.

Eso no quiere decir que todos los conjuntos de dogmas de las diferentes religiones sean igualmente adecuados desde el punto de vista social. Todos incluyen la ley natural, que es lo mínimo para que una sociedad se sostenga a largo plazo. Pero una sociedad, a parte de sostenerse, puede prosperar más o menos. Por eso, hay conjuntos de dogmas más adecuados que otros, según si los añadidos que hacen a la ley natural son mejores que otros.

Esto se puede analizar en el plano teórico, pero es más fácil de verlo en el plano práctico. Las sociedades que se basan en dogmas más adecuados desde el punto de vista social tienen más éxito, no sólo en el plano económico, político y militar sinó también en el plano cultural (filosofía, ciencia, música, arte, literatura, etc). Para más detalle, ver el apartado 9 y 10 de aquí

6. Por qué la razón no puede sustituir a los dogmas

En resumen, los dogmas de las religiones tradicionales son baluartes contra el error social. Si no te desvías mucho de ellos, no te desvías mucho de sus consecuencias, es decir, de la ley natural y, por consiguiente, tu sociedad sobrevive. En un camino estrecho que tiene barrancos a los dos lados (pues siempre el camino es muy estrecho debido a la entropía, como se explica en otro escrito), los dogmas de las religiones tradicionales son las barandillas que te impiden que vayas más allá del camino, te caigas por el barranco y te mueras. Son protecciones contra el error y contra comportamientos autodestructivos.

Se podría decir que la razón también es un baluarte contra el error y, por lo tanto, podríamos abandonar los dogmas y dejar que nos guíe la razón.

Sin embargo, al contrario de lo que cree el hombre moderno, la razón también tiene sus limitaciones. Como prueba, están todos los filósofos que dicen basarse en la razón pero se contradicen entre ellos. En general, la razón puede justificar casi cualquier afirmación, por absurda que sea.

Así, por ejemplo, si tus dogmas indican que sólo hay dos sexos: hombre y mujer («Y Dios creó al hombre a su imagen. Lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó», Genesis 1:27), no caerás en el error de creer que hay personas transexuales. Esto te evita una serie de disfunciones sociales: que castres a niños en las escuelas, que las mujeres compitan con desventaja contra hombres en equipos femeninos, etiquetar como fanáticos a los hombres que no se quieren acostar con transexuales….

Pero si usas la razón, puedes argumentar que no hay personas transexuales (sólo existen personas con cromosomas XX y personas con cromosomas XY) o argumentar que sí hay personas transexuales (en realidad, la biología no importa y la identidad es algo psicológico: lo importante es el interior y no puedes oprimir a una persona haciéndolo que se sienta como no se siente).

Para cualquier afirmación, sea cierta o falsa, puedes inventarte mil razones que la sostengan, con lo que, en la práctica, la razón no es baluarte contra el error, pues no descarta afirmaciones erróneas. En cambio, los dogmas de las religiones tradicionales sí que descartan el error práctico de naturaleza social, pues, si una sociedad ha sobrevivido durante miles de años, esto quiere decir que las consecuencias sociales de sus dogmas son, en general, correctas (pueden tener error pero el error es reducido).

(Para más detalle, leer este escrito sobre Sócrates, ver el corto escrito de Chesterton y el más largo de Tom Wolfe. También recordar la frase de  Donald Kingsbury,

La tradición es un conjunto de soluciones a problemas que hemos olvidado. Desecha la solución y el problema vuelve a ti. A veces, el problema ha cambiado o desaparecido. A menudo sigue estando ahí, tan fuerte como siempre.)

Entonces, ¿por qué los dogmas de la religión progresista son tan diferentes (e incluso contrarios a todos los de las religiones tradicionales? ¿Y por qué la religión progresista cambia con tanta frecuencia? ¿Y qué consecuencias tiene todo esto? Esto se verá en un escrito próximo.