Ética Jugaad (chapuza)

BASTIAAN NIEMAND/ 13 de noviembre de 2018

El mundo moderno se basa en fantasías. Por ello, para funcionar en la realidad, el mundo moderno crea soluciones que son chapuzas, porque no están basadas en la realidad, sino en una mezcla de realidad y fantasía.

(Recuperado de esta página, cuyo sitio web ha sido censurado. Original en inglés aquí. Los comentarios del traductor se incluyen entre corchetes [])
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En el tercer mundo, se pueden encontrar niveles radicalmente diferentes de tecnología en un único artefacto. Aquí, por ejemplo, hay una foto de una carreta en la India:

En esencia, los autos [coches] son un medio de transporte moderno. Requieren una entera economía global de aceite, acero, goma y quién sabe de qué más. Para crearlos y mantenerlos, se necesita el trabajo especializado de ingenieros, químicos, maquinistas y gerentes.

Si esto falla, los autos dejan de ser útiles. Pero, [incluso en ese caso], todavía puede engancharse el chasis de un auto a un caballo, y el caballo es una tecnología con un historial de cinco mil años. Sus requisitos son intuitivos en gran medida y se satisfacen fácilmente. En ese sentido, el mantenimiento de caballos es democrático.

El término en lenguaje hindi para este tipo de auto tirado por caballos es «jugaad», que, de forma útil, Wikipedia define como «la creatividad para hacer que cosas que existen funcionen…con pocos recursos». Probablemente, el término inglés más similar sería «hack» [en español sería «chapuza»].

La imagen del auto tirado por caballos es lo que primero me vino a la mente cuando vi este póster hace unos años [más abajo la traducción al español]:

[A continuación la traducción al español:

]

Uno no puede más que asombrarse ante este artefacto cultural, que, sin duda, fue la obra de un equipo altamente educado. Varios pares de ojos lo revisaron antes de imprimirlo. Sin embargo, si juzgamos a partir de las numerosas reacciones de ira que provocó, la mayoría de críticos supuso que el error fue uno de descuido o de mala intención. «¿Cómo han podido dejar de ver que Jake tampoco puede dar su consentimiento [al acto sexual si está igual de borracho]?»

Pero imagínate que señalas a una carreta jugaad y preguntas: «¿Cómo el conductor puede dejar de ver que este auto es básicamente sólo un caballo?». Obviamente, el conductor lo sabe. Quizás incluso concedería que la carreta es algo disparatada. Pero si esa es la única infrastructura que tienes disponible, haces lo mejor que puedes para apañártelas. Lo mismo pasa con el póster: lo que vemos aquí es tecnología social jugaad. [Se llama «tecnología social» al conjunto de leyes, costumbres e ideas que sirve para regular una sociedad]

Hace sólo una generación, la sociedad entendía ampliamente la matriz asimétrica de recompensa de Jake y Josie, cuyas celdas tenían etiquetas como «placer momentáneo» y «años de crianza». [Es decir, hace una generación, la sociedad entendía que, en el sexo casual, el hombre arriesga sólo un placer momentáneo mientras que la mujer arriesga quedarse embarazada y tener que criar un hijo toda la vida. Los riesgos no son simétricos sino que la mujer (Josie) arriesga mucho más que el hombre (Jake)]

Se daba por hecho de que Josie (y, por extensión, la familia de Josie) era la que iba a recibir las posibles consecuencias negativas de una noche de borrachera. Este conocimiento era la base de instituciones formales y populares [es decir, de leyes y costumbres] cuyos mecanismos eran inequívocos [por ejemplo, las leyes contra la promiscuidad o la costumbre de prohibir a una chica joven de salir de fiesta sin ir acompañada o la costumbre del casamiento «de penalty»].

Entonces decidimos que estas tecnologías [sociales] eran tan anticuadas como aburridas – algo como una especie de carreta tirada por caballos- así que las desechamos por algo más rápido y excitante [el sexo libre e igualitario, que se puede comparar a un auto]. Entonces descubrimos que las nuevas tecnologías necesitan mucha competencia técnica, numerosas partes especializadas y mucho dinero, requisitos que quizás no siempre tenemos. Tienden también a atropellar gente y echar residuos tóxicos a la atmósfera. Después de que la nueva tecnología demuestra ser no sostenible, el nuevo chasis es lo único que te queda por ahí. Así que le engachas el viejo caballo lo mejor que puedes y vuelves a la carretera.

Una vez tienes la imagen de la carreta jugaad en tu cabeza, muchas preocupaciones modernas te empiezan a parecer tecnología social jugaad.

Por ejemplo, gran parte del feminismo contemporáneo puede interpretarse como un intento de enganchar el caballo del patriarcado al cacharro de la igualdad entre los sexos. El patriarcado era malo (o así es como dice la narrativa), por lo tanto, nos deshicimos de él y lo reemplazamos por la revolución sexual. Entonces, la revolución sexual resultó ser una catástrofe de abuso, deshonra y arrepentimiento. Sin embargo, cuando nos dimos cuenta de ello, «consentimiento» era el único lenguaje disponible para la ética así que estos eran problemas para los que no teníamos nombre. [Es decir, la única norma moral en el ámbito del sexo era «si el acto es consentido, está bien», así que no teníamos lenguaje para condenar o prevenir el abuso, deshonra y arrepentimiento que producían actos promiscuos consentidos]

Como máximo, podíamos aludir débilmente a «lo inapropiado» o a «la dinámica desequilibrada de poder», ignorando que la mayoría de mujeres ven «la dinámica desequilibrada de poder» como algo normal. Pero el problema fundamental es que un padre fracasó en proteger a su hija.

Para ver esto claramente, consideremos el concepto de «consentimiento afirmativo». Como una multitud de educadores universitarios nos enseña, estás cometiendo una violación si no recibes un consentimiento explícito para cada acto sexual específico [para besar, para tocar cada parte del cuerpo, para penetrar].

Como los detractores del consentimiento afirmativo correctamente señalan, la última consecuencia lógica del consentimiento afirmativo es un contrato legal entre los amantes, firmado antes del sexo en presencia de testigos. Pero estos detractores afirman que los seres humanos normales no firman contratos antes del sexo, así que el consentimiento afirmativo es absurdo.

De hecho, los seres humanos normales han estado firmando contratos antes del sexo durante milenios. Se los llamaba «contratos de matrimonio» [y era la base del patriarcado].

De manera lenta y, probablemente, inconsciente, tomamos el material existente de la igualdad entre los sexos y lo enganchamos a un patriarcado jugaad que finge no ser un patriarcado [, el patriarcado jugaad de todas las normas modernas del consentimiento afirmativo, el abuso sexual y la violación]. El patriarcado jugaad es menos eficiente, menos humano y menos conceptualmente coherente que el patriarcado real que reemplazó. Pero, si nos permite un clima de opinión en el que los hombres están aterrorizados por las consecuencias de dormir con mujeres con las que no están casados, quizás es mejor que nada.

Para poner un ejemplo algo más alejado de nosotros, consideremos el rol desempeñado por los tolkachi en la desaparecida Unión Soviética. Al principio de la era soviética, se suponía que el explotador e ineficiente modo de capitalista de producción daría lugar a la planificación racional benevolente [comunista]. Unos cuantos Planes Quinquenales más tarde, el Kremlin decidió que la planificación racional benevolente era mucho más difícil de lo que parecía.

De ahí en adelante, comenzó a tolerar calladamente a los tolkachi, una clase de intermediarios y facilitadores que hacían tratos por debajo de la mesa con y entre varias empresas estatales. Por una parte, esto permitía funcionar a la economía. Por otra parte, podía funcionar sólo como un capitalismo jugaad, que era menos eficiente y humano que el capitalismo real, simplemente porque debía funcionar en secreto mientras fingía que era comunismo.

O considera la situación actual en muchas partes del mundo, en las que la gobernanza, la asistencia sanitaria y el desarrollo de las infraestructuras son supervisados por Amables Personas Blancas. Hace sólo 50 años, esta supervisión estaba formalizada en un sistema que hoy llamamos «colonialismo». Entonces, decidimos que el colonialismo era malo y que la descolonización era buena. Así que intentamos la descolonización y [las consecuencias] nos recordaron rápidamente de los motivos por los que habíamos adoptado el colonialismo en un principio.

Ahora tenemos la ONGcracia, [en que las Naciones Unidas y las ONGs gobiernan el Tercer Mundo], un colonialismo jugaad que intenta [sin conseguirlo] proporcionar la misma competencia administrativa e instrucción moral [que el viejo colonialismo], pero ahora usando el viejo colonialismo como tapadera [es decir, como excusa]. Las Amables Personas Blancas deben administrar hoy los asuntos africanos con el fin de corregir las desigualdades históricas causadas por las Amables Personas Blancas cuando administraron [en el pasado] los asuntos africanos. Sin duda suena mejor cuando es Bill Gates quien lo explica.

O tomemos el concepto de «privilegio», la noción de que, como resultado de opresiones históricas, los miembros de varios grupos acumulan ventajas inmerecidas y que se autoperpetúan. [Así, los blancos tienen ventaja sobre los negros y los hombres sobre las mujeres, debido a una supuesta opresión histórica que experimentaron sus antepasados. Esto quiere decir que los blancos y los hombres de hoy deben dar ventajas a los negros y las mujeres en nombre de la justicia. Este concepto de «privilegio» es muy popular en las universidades americanas y la progresía de Estados Unidos].

Si se toma exactamente como una teoría de la ciencia social, el «privilegio» tiene algunos fallos predictivos muy embarazosos. Sin embargo, sería un error concentrarse en esos fallos, de la misma manera que sería un error concentrarse en lo absurdo de un auto que tiene riendas en lugar de timón [volante]. La teoría del privilegio es sólo una manera de meter a la fuerza el leño cuadrado de la natural desigualdad humana en el hoyo redondo de un sistema social que formalmente no tiene clases sociales.

El antecedente de [la teoría del] privilegio fue [el concepto de] nobleza obliga, es decir, la noción de que «a quien mucho se le ha dado, mucho le será exigido» [Lucas 12:48].

[Así, por ejemplo, en la Edad Media, los nobles tenían obligación de velar por el bienestar de los campesinos que gobernaban. Era esa obligación la que legitimaba su poder. En general, la gente rica tenía la obligación de velar por la pobre. Esto era «nobleza obliga».

El concepto de «nobleza obliga» fue rechazado por la Ilustración. Fue sustituida por el sistema democrático en el que las élites políticas, mientras reciban los votos del pueblo, no tienen ninguna otra obligación, pues los votos del pueblo les legitiman. Las élites económicas tampoco tienen ninguna obligación pues, siguiendo la teoría de Adam Smith, contribuyen a la sociedad sin nada más que seguir su egoísmo.

Sin embargo, los restos de esta concepción de nobleza obliga («a quien mucho se le ha dado, mucho le será exigido») llegaron hasta el siglo XX, produciendo innumerables obras de caridad por parte de las personas adineradas.]

Pero, hacia el final del siglo XX, [en nombre de la igualdad], llegamos a rechazar la noción de que a alguien se le pudiera dar mucho de algo excepto mediante robo. Esto es, negamos la distinción entre ventajas obtenidas sin esfuerzo y ventajas ilegítimas. [Así, por ejemplo, una persona inteligente, guapa o con padres ricos tiene ventajas sobre el resto sin haber trabajado por ellas. Estas llegaron a ser vistas como ventajas ilegítimas, es decir, una injusticia que se debe corregir.]

Sin embargo, no cambió en nada la intuición de que la aristocracia natural nos debe algo al resto de nosotros, así que el calculo moral debe hacerse de forma que refleje esa intuición. Si la aristocracia natural ha obtenido sus ventajas robándolas, nosotros, los «campesinos» tenemos derecho a recuperarlas a la fuerza [mediante acciones contra el «privilegio» como subvenciones a los colectivos que no tienen ventajas naturales, discriminación positiva, etc.]. Es la version jugaad [chapuza] de «nobleza obliga».

Podemos reconocer un patrón. Primero, se reemplaza una carreta tirada por caballos por un auto. Pronto el auto se convierte en un cacharro, que es incluso peor que una carreta. Así que se convierte discretamente este cacharro en una carreta tirada por caballos jugaad. El auto jugaad tiene la aparencia de un auto, pero sólo funciona porque, de hecho, está impulsado por un caballo. Sin embargo, no funciona tan bien como una carreta porque debe fingir que es un auto.

Volviendo a pensar en esta imagen, es probable que los habitantes de esa parte rural de la India todavía recuerden las carretas de verdad que existían en el pasado. Pero imagina que has crecido sin ver nunca una carreta de verdad (y ya no hablemos de un auto de verdad). Todo lo que conoces son autos jugaad tirados por caballos, [como los de la imagen]. Puedes albergar vagas dudas de que las cosas no son tan apropiadas como deberían, pero, ¿con qué puedes compararlo? ¿A quien puedes preguntar sobre estas sospechas? Todos los que conoces conducen un auto jugaad tirado por caballos, incluso si, cada año, parece que se necesita más urgentemente un mantenimiento de la carrocería oxidada.
[Esta es la situación de la sociedad actual, que no puede acceder a las soluciones realistas del pasado para los problemas sociales, porque son desconocidas o impensables. Por el contrario, debe conformarse con las soluciones chapuzas basadas en fantasías]