Para Eliza (1): Qué es el cristianismo

Ya que muchos han intentado poner en orden la narración de las cosas que se han cumplido entre nosotros, conforme nos las transmitieron quienes, desde el principio, fueron testigos oculares y ministros de la palabra, me pareció también a mí, después de haberme informado con exactitud de todo desde los comienzos, escribírtelo de forma ordenada, querida Eliza, para que conozcas la indudable certeza de las enseñanzas que has recibido.

(Con permiso del evangelista Lucas, que ya no puede cobrar derechos de autor, en Lucas 1:1, https://www.bibliatodo.com/la-biblia/La-sagrada-biblia-edicion-eunsa/lucas-1)

Querida Eliza, desde que decidiste convertirte al catolicismo, me preguntas cómo defender las verdades de la fe católica ante tu familia evangélica, que te educó muy bien en el amor a Dios y en la fe en Jesús.

Como los textos que tengo están en inglés, intentaré explicarte aquí, siempre que el tiempo y Dios lo permitan, por qué el catolicismo está en lo cierto y por qué la Iglesia católica es la que fundó Jesús.

De la misma manera que San Lucas narró el principio de la Iglesia (la vida de Jesús y los hechos de los apóstoles), intento hacerlo de forma ordenada, después de haberme informado de todo desde los comienzos, para que conozcas la indudable certeza de las enseñanzas que has recibido.

En esta primera entrega, para ubicarnos, hablaré de lo común que tienen las diferentes iglesias cristianas, antes de hablar de lo que, desgraciadamente, nos separa. Sabes que, como casi todos los cristianos, considero la división entre nosotros una obra del mal y sueño con el día en que haya un solo rebaño y un solo pastor, como Jesús deseaba (Juan 10:16).

En esta primera entrega, me dedicaré a explicar qué es el cristianismo. ¿Qué es lo que nos caracteriza a los cristianos (como tu mamá y tu) y nos distingue de los no cristianos (como ateos, musulmanes o budistas)?  ¿Cómo podemos definir el cristianismo?

¿Es posible definir una fe que profesan más de dos mil cien millones de personas en el mundo y que está dividida en más de 30 mil iglesias con doctrinas diferentes? Casi parecería que es una empresa imposible. Parece que, tomemos el criterio que tomemos, siempre encontraremos iglesias cristianas que quedan fuera de ese criterio.

Demografía de religiones en el mundo. El gráfico tiene un error. La parte en morado son «no religiosos», la mitad de los cuales cree en Dios. Los ateos y agnósticos puros son entre 3 y 4 % de la población mundial, concentrados en los países comunistas y ex-comunistas.
Distribución geográfica de religiones en el mundo. Aunque una zona geográfica puede tener varias religiones, aquí se indica sólo la religión mayoritaria de cada zona. Azul significa cristianismo, verde es el Islam, el amarillo es el budismo, el naranja el hinduismo, en rayas verticales la religión popular china y en rosa las religiones tribales . En gris, las zonas deshabitadas o sin religión.

 


¿Cómo podemos caracterizar la fe de estos miles de millones de personas que se definen como «cristianos»? Podríamos intentar esta caracterización basándonos en el hecho de que los cristianos reciben su nombre de un personaje histórico que vivió en Palestina durante la época del Imperio Romano: Jesús de Nazaret, llamado el Mesías o el Cristo. Así, como una primera aproximación, podríamos afirmar: «Es cristiano todo aquel que dice que sigue a Jesús de Nazaret».

Sin embargo, si lo piensas bien, este es un criterio demasiado amplio. Por ejemplo, los musulmanes creen que Jesús es un profeta, el Mesías, hijo de María virgen y segundo en importancia después de Mahoma. ¿Son los musulmanes cristianos?

A este respecto, el apologista cristiano Sean McDowell dijo una vez que mucha gente con creencias muy diferentes se considera seguidora de Jesús. Esto lo distingue de otros fundadores de religiones (como Mahoma o Buda) que sólo tienen seguidores dentro de su religión. Cito muy libremente:

¿Quién es ese Jesús que todos quieren que esté en su equipo? ¿Quién es ese tipo que todos quieren que sea «uno de los suyos»? Los judíos rabínicos dicen que es un judío rabínico, los musulmanes que es un profeta de Alá, los budistas afirman que es un Bodhisatva o una encarnación de Buda. Los socialistas dicen que era un revolucionario, que luchó por la justicia social. Los filósofos han dicho que era un filósofo, que dio lecciones de vida. Incluso ha habido un Jesús feminista o ecologista. ¿Quién es ese tipo que todos quieren un pedazo de él?

En efecto, ¿quién es ese Jesús de Nazaret que todos quieren dentro de su equipo? Un autor anónimo explica algunos hechos de su vida.

Este es un hombre que nació en una aldea casi desconocida, el hijo de una mujer campesina. Creció en otra aldea. Trabajó en una carpintería hasta tener treinta años de edad y, después, fue un predicador itinerante durante tres años. Nunca tuvo una casa. Nunca escribió un libro. Nunca ocupó un puesto de trabajo. Nunca tuvo una familia. No fue nunca a la Universidad. Nunca pisó una gran ciudad. Nunca viajó más de doscientas millas del lugar donde nació. No tuvo más credenciales que él mismo.

Sin embargo, es el personaje más influyente de la historia. Miles de millones de personas en el pasado y el presente han seguido sus enseñanzas y lo han considerado Dios. ¿Qué les dio?

No se puede decir que les dio ventajas materiales. Así, mientras los primeros seguidores de Mahoma (el fundador de la religión islámica) obtuvieron botín y mujeres, los primeros seguidores de Jesús acabaron todos torturados y asesinados de formas dolorosas, sólo por defender lo que creían. Hoy, en 2017, muere un cristiano cada seis minutos por defender su fe, pues la Era de los Mártires nunca ha acabado. ¿Quién es ese Jesús para que tanta gente dé la vida por él?

Parece que esa cuestión ya existía en vida de Jesús, tal como nos cuentan las biografías de Jesús (llamadas «evangelios»), al quien le gustaba llamarse «el Hijo del Hombre», siguiendo una profecía del profeta israelita Daniel. Así, en un pasaje de la biografía llamada «evangelio según San Mateo», se plantea la cuestión de forma directa.

Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos:

—¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?

Ellos contestaron:

—Algunos dicen que Juan el Bautista; otros dicen que Elías, y otros dicen que Jeremías o algún otro profeta.

—Y ustedes, ¿quién dicen que soy? —les preguntó.

Simón Pedro le respondió:

—Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente

(Mateo 16:13-16).

Este pasaje permite definir a los cristianos. Los que responden como (Simón) Pedro son cristianos. Todos los que no responden como Pedro no son cristianos.

Así, por ejemplo, los musulmanes creen que Jesús es el Mesías, pero no el Hijo de Dios. El Corán condena especialmente esta práctica.

¡Oh, Gente del Libro! No os extralimitéis en vuestra religión. No digáis acerca de Alá sino la verdad: Ciertamente el Mesías Jesús hijo de María, es el Mensajero de Alá y Su palabra [¡Sé!] que depositó en María, y un espíritu que proviene de Él. Creed pues, en Alá y en Sus Mensajeros. No digáis que es una trinidad, desistid, pues es lo mejor para vosotros. Por cierto que Alá es la única divinidad. ¡Glorificado sea! Es inadmisible que tenga un hijo. A Él pertenece cuanto hay en los cielos y la Tierra. Es suficiente Alá como protector. (Corán 4:171)

Es decir, ellos consideran a Jesús un profeta (llamado «mensajero de Alá» en el Islam) y nada más. No estarían de acuerdo con Pedro y, por lo tanto, no son cristianos.


Bueno, pues parece muy sencillo: «cristianos son los que creen que Jesús es Hijo de Dios, como decía el apóstol Pedro». Pero nada es tan sencillo. Las cosas que parecen sencillas acaban siendo complicadas si uno las mira con el detalle suficiente.

En concreto, detente en la frase «Jesús es Hijo de Dios», que hemos tomado como piedra de toque para distinguir los cristianos de los no cristianos. De tanto oírla en la iglesia, nos olvidamos qué extraña y escandalosa es. ¿Qué es eso de que Dios tiene un Hijo? ¿Cómo se puede entender esto? ¿Acaso Dios se reproduce como un humano y tiene familia, como tu papá o el mío? Los primeros cristianos encontraron que sus doctrinas provocaban rechazo y aversión general. Así, San Pablo dijo: «pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y locura para los gentiles» (1 Corintios 1:23)

El filósofo católico, Santo Tomás de Aquino (1224 – 1274) analizó el tema con detenimiento, siguiendo la opinión de la mayoría de filósofos cristianos, judíos y musulmanes antes y después de él.  Como esos otros filósofos, Santo Tomás afirmaba que el lenguaje humano está diseñado para hablar de la vida cotidiana y no es adecuado para hablar de Dios, un ser tan superior a nosotros. De la misma manera que el lenguaje no es adecuado para hablar de temas como la física cuántica o los primeros momentos del Big Bang, Dios es tan superior a nosotros que nuestro pequeño lenguaje se nos queda corto.

Santo Tomás afirmó que lo único que podemos hacer cuando hablamos de Dios es hablar «analógicamente». Es decir, las palabras que decimos no deben tomarse en sentido literal sino como analogías (o, podíamos decir, «metáforas» o «comparaciones»). Así, cuando la Biblia dice que Dios «nos ama», obviamente Dios no nos ama de forma humana, como tu mamá te ama. Dios tiene una propiedad de buscar nuestro bien, que es parecida («análoga») a lo que llamamos «amor» en los humanos. De la misma manera, hablar de «Hijo de Dios», es usar una metáfora, para referirnos a realidades que nos superan completamente. No es que Dios tenga un hijo de la misma manera que tu papá tiene a tu hermano Hugo.

Entonces, ¿qué quiere decir concretamente la expresión «Hijo de Dios», si no quiere decir «hijo» en el sentido habitual y tenemos que tomarla de forma «analógica»? Bueno, el significado de «Hijo de Dios» se explica en el Nuevo Testamento (colección de escritos cristianos que contiene los evangelios y las cartas de los primeros seguidores de Jesús). Podría poner aquí una lista de pasajes del Nuevo Testamento que explican el significado de «Hijo de Dios», pero veo que son más de cien y me tiraría varias páginas explicándolos. (Una buena introducción se encuentra en el libro «When Skeptics Ask» de Norman L. Geisler, páginas 109-116).

Como todo en las Escrituras cristianas (llamadas «la Biblia»), la explicación de este concepto está dispersa, repetida y desordenada. Ya el científico y filósofo católico Pascal (1623- 1662) , en uno de sus Pensamientos,  había notado que el orden de la Escritura no es el orden lógico:

Contra la objeción de que la Escritura no tiene orden. El corazón tiene su orden, la inteligencia tiene el suyo, que es por principio y demostración. El corazón tiene otro. No se prueba que se deba ser amado exponiendo ordenadamente las causas del amor. Ello sería ridículo

Jesucristo, San Pablo, tienen el orden del amor, no de la inteligencia; porque querían encender, no enseñar. Lo mismo San Agustín. El orden consiste en disgresiones de cada punto para indicar el fin y en tener ese fin siempre presente.

Ese orden del amor que Pascal explica es la razón de que leer la Biblia no es como leer una enciclopedia (lo que sería terriblemente aburrido y árido), sino es algo que instruye, edifica y nutre, que llega al corazón y al alma. Es por eso que, durante la historia, miles de millones de cristianos se han nutrido espiritualmente con la Biblia (que sigue el orden del amor) y muy pocos han leído enciclopedias cristianas (entre ellas, el Catecismo de la Iglesia Católica) que explican los conceptos siguiendo el orden lógico de la inteligencia.

Sin embargo, una persona con una atención obsesiva al detalle, como yo, hubiera preferido que Pedro dijera: «Tú eres el Hijo de Dios y esto significa…», seguido de una explicación completa del concepto que aburriera hasta a las ovejas.

Aunque esto no se encuentra en la Biblia, era inevitable que una explicación así acabara realizándose con el tiempo. El primer paso para ello se llevó a cabo en Nicea (325) y en Constantinopla (381), donde se reunieron los obispos de la época con el fin de escribir una definición de qué es ser cristiano, con el orden lógico de la inteligencia.

Los obispos dijeron que era cristiano el que creyera en estas palabras.

Creemos en un solo Dios,
Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible;
y en un solo Señor, Jesucristo, el unigénito de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos,
luz de luz,
Dios verdadero de Dios verdadero;
engendrado, no creado, consustancial con el Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres y por nuestra salvación
bajó del cielo
y se encarnó por obra del Espíritu Santo
y de María la Virgen
y se hizo hombre;
por nuestra causa fue crucificado
en tiempo de Poncio Pilato
y padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día
según las Escrituras
y subió al cielo;
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre;
que con el Padre y el Hijo recibe una misma
adoración y gloria,
que habló por los profetas.
En una Iglesia santa, católica y apostólica.
Confesamos un solo bautismo para el remisión de los pecados.
Esperamos la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.

A este enunciado de doctrinas (árido y poco poético, como todo lo que lleva el orden lógico de la inteligencia), se le denomina con el complicado nombre de Credo niceno constantinopolitano o simplemente el Credo (de una palabra latina que significa «creo»).

El Credo define quién es cristiano y quién no lo es. Se recita en todas las misas de la Iglesia Católica y todas las otras iglesias aceptan lo que dice. Así, aunque las iglesias evangélicas no aceptan los concilios de Nicea y Constantinopla, si aceptan las doctrinas que allí se promulgaron y que se resumen en el Credo.

Después de 2000 años y de treinta mil iglesias que no se ponen de acuerdo, es increíble que haya algo que pueda definir qué es cristiano y qué no lo es. Todo aquel que está de acuerdo totalmente con el Credo es cristiano. El que no está de acuerdo con una parte del Credo, ya no es cristiano.

Todas las iglesias (católica, ortodoxa, evangélicas y otras) están de acuerdo totalmente en el Credo y, por eso, son las doctrinas del Credo las que definen el cristianismo.


En el centro del Credo está el concepto de la Santísima Trinidad, esta doctrina difícil para comprender a los humanos, de un Dios con tres «personas». Quizás sea este concepto el resumen de todo el Credo.

Por ello, quién no cree en la Trinidad no es cristiano. Así, no son cristianos los siguientes grupos:

  1. los unitarios, que creen que no hay varias «personas» dentro de Dios (judíos, musulmanes, algunos hinduistas, algunos filósofos antiguos, testigos de Jehová y varias sectas unitarias modernas).
  2. los politeístas, que creen que hay varios dioses (algunos hinduistas, sintoístas, animistas, religión popular china, mormones, la Nueva Era y los pueblos de la Edad Antigua), aunque muchos tienen un concepto de Dios supremo cualitativamente diferente de los dioses, por lo que podrían calificarse como unitarios.
  3. los que no creen en Dios (ateos, algunos hinduistas), no están seguros de que exista Dios (agnósticos) o no se preocupan si existe Dios (apateístas).
  4. las religiones que no tratan el tema de Dios dentro de la religión (budistas, confucianos, taoístas), aunque la mayoría de devotos de estas religiones creen en Dios o los dioses, además de su religión. Según su opinión sobre los dioses, estos podrían clasificarse en los grupos anteriores.

La mayoría de estos grupos poseen parte de la verdad. Ya hemos visto que el Islam cree en Jesús (y de hecho también en la mayoría del Antiguo Testamento y gran parte del Credo). No son cristianos porque no creen en todo el Credo, pero tienen mucho en común.

Pero este es un ejemplo fácil. Veamos algo más complicado. Estudiemos una religión más diferente al cristianismo, como la de los politeístas del Antiguo Egipto. Vemos que estos antiguos egipcios creían en un mundo espiritual, en un catálogo de buenas y malas acciones que es el mismo del cristianismo (y de todas las religiones), en la inmortalidad del alma, en la vida eterna, en un juicio después de la muerte según tu moral y que, según el resultado de ese juicio, tu destino en la otra vida será bueno o malo. Desde el punto de vista de un cristiano, vemos que acertaban en muchas cosas, aunque había otras cosas que estaban equivocados. Por ejemplo, sus dioses eran personificaciones de animales mientras que hoy sabemos que Dios está muy por encima de esto (por ello, hoy en día ya no hay politeístas puros).

Sin embargo, aunque muchas religiones tienen parte de verdad, como tu, estoy convencido que la plenitud de la verdad está en la religión cristiana, que es la más compleja (de hecho, todas las otras religiones – incluyendo el ateísmo occidental o religión del egoísmo- pueden considerarse simplificaciones de la doctrina católica, aunque esto sería otro tema). No sólo eso, sino que puedo demostrarlo con argumentos. A esto se le llama «apologética» y no lo trataremos aquí, pues es un tema complicado y ajeno a lo que estamos hablando.


Con toda esta información, ya sabemos quien es cristiano y quien no. Cristiano es quien cree en las doctrinas resumidas en el Credo. Podemos volver a mostrar el gráfico anterior de esta manera:

Los cristianos son los que creen en las doctrinas resumidas en el Credo.

Entonces, si es cristiano todo aquel que cree en las doctrinas incluidas en el Credo, parece que hay bastante coincidencia en lo que creen todos los cristianos. Como el Credo es largo y lleno de conceptos, parece que hay mucho en común.

Entonces, ¿por qué el cristianismo está tan fragmentado? ¿Por qué hay tantas iglesias diferentes? ¿Cuál es la diferencia? Este es otro tema, que trataremos con calma en la siguiente entrega.